(Mateo 26:41; Lucas 22:46, 1 Tesalonicenses 5:17).
Por favor, ten muy presente que el siguiente párrafo que vas a encontrar en bastardilla y entrecomillado, no es verdad, es una gran mentira disfrazada de verdad. Y como sé que muchas veces nos distraemos y pasamos muy a prisa por encima de algo sin analizarlo bien, quisiera repetírtelo: el siguiente párrafo, en letra bastardilla y entrecomillado, no es verdad. Y aunque suene hermoso; y se vea, huela y parezca verdad, no lo es, cuidado.
“¡Cómo obligar a nuestra alma a que ore a Dios! ¡Eso jamás! La oración debe nacer de lo profundo del ser, debe emanar como fluye del manantial el agua fresca, transparente y pura. La oración no puede ser impuesta, no debe ser un fruto forzado, sino que debe ser un fruto que se toma su tiempo para germinar, madurar y saciar con su néctar la boca sedienta. No te obligues a orar. No exijas a otros que oren. Deja que la oración sea un presente que se ofrezca en el altar de la buena voluntad y no un sacrificio auto impuesto.”
El anterior párrafo, es una gran mentira. Puede sonar poético, bonito y convincente, pero es una gran mentira. Y así son todas las mentiras del diablo, hermosas y bien parecidas a la verdad, por lo cual es tan difícil distinguirlas. Si tú estás esperando que el enemigo de nuestras almas tenga una horrenda apariencia, como para noche de brujas, y que hable con voz macabra, como en las películas de terror, y que diga mentiras que tengan apariencia de mentiras, te vas a llevar una sorpresa. Lucifer también sabe aparecer hermoso, vestido como ángel de luz, con voz encantadora y cantando y bailando a la perfección.
Él sabe actuar de maravilla en el cine, caminar sobre alfombras rojas y dar entrevistas diciendo sus mentiras con convicción y aire de intelectualidad. Pero todo en él es mentira. Jesús dijo que el diablo es padre de mentira.
Y volviendo con el anterior párrafo referido a la oración y que es una absoluta mentira, aunque tenga apariencia de verdad, en él se nos insta a no orar si no tenemos ganas. Pero es el mismo Dios quien nos aclara en la Biblia que la oración es una necesidad para todo aquel que desee una vida espiritual próspera. Ningún hijo de Dios puede esperar hasta que le den ganas de orar para hacerlo. Esos deseos no son tan frecuentes.
Jesucristo enseñó que aunque el espíritu desea orar, el cuerpo, la carne, la naturaleza humana, se resiste, no quiere, por lo cual debemos forzarnos a hacerlo. El mandato es: orar sin cesar, aunque no tengas ganas. ¡Ora a toda hora!
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Tomado de:
«Devocionales en Pijama”
de Donizetti Barrios
Derechos reservados de autor.