Un chistoso ha dicho que al que buen árbol se arrima, buena rama le cae encima, pero la verdad es que el refrán popular reza de la siguiente manera: “al que buen árbol se arrima, buena sombra le cobija”. Y lo que quiere decir este antiguo dicho es que es muy importante saber de quiénes me voy a rodear, quiénes serán las personas que voy a escoger para permitir que sean de influencia en mi vida y a la vez que sean influidas por mí.
Mientras que la familia sanguínea nos es dada, nos es impuesta naturalmente, los amigos se convierten en la familia que nosotros escogemos, de allí la importancia de seleccionarlos muy bien. Y esto no quiere decir que nos debe animar un sentimiento utilitarista, pensar en qué puedo obtener de alguien para saber si lo hago o no mi amigo, pues si así fuera sólo tendríamos amigos adinerados y de influencia, para poder servirnos de ellos.
La sabia escogencia de los amigos apunta no al utilitarismo, sino a una especie de simbiosis en la que ambas partes se sirven y se benefician mutuamente. El sabio Salomón sentenció en su libro de Proverbios en el capítulo 13 que el que anda con sabios, sabio será, pero que el que se junta con necios será quebrantado. Y esa tesis se ve cumplida todos los días en todas las culturas y en todas las edades.
Es por ello que debemos revisar nuestra agenda, nuestra red social en Internet, nuestros compañeros de trabajo o estudio, y determinar con quiénes vale la pena pasar buena parte de nuestro tiempo, pues inevitablemente nos vamos pareciendo a aquellos con los que nos relacionamos frecuentemente.
Y esto no sólo es aplicable a nuestra nómina de amigos cercanos, sino a aquellos que tienen acceso a nuestro círculo íntimo de vida, como son los cantantes que escuchamos, los escritores que leemos, los artistas que vemos y los héroes que aplaudimos.
Platicar con personas interesantes, escuchar, ver o leer a figuras que aportan riqueza a nuestra vida, no es gastar el tiempo, sino invertirlo productivamente. Por eso decídete de ahora en adelante a no pasar el tiempo con alguien, sino a invertir el tiempo con alguien o en alguien. Porque debes tener en mente no sólo lo que puedas obtener, sino también lo que puedas sembrar en la otra persona. ¡Arrímate a buenos árboles!
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Tomado de:
«Devocionales en Pijama”
de Donizetti Barrios
Derechos reservados de autor.