La única forma de que puedas ser guiado es poniéndote en movimiento, pues estando quieto es muy difícil decirte si vas bien o si debes retroceder o girar a la izquierda o la derecha.
Además tu quietud pudiera interpretarse como pereza, falta de ganas, falta de interés, incapacidad o miedo.
Aún las ruedas de un auto cuando están quietas se ponen muy duras, pero cuando el vehículo se mueve aunque sea un poco éstas se tornan suaves y manejables.
Puede ser que la prudencia te indique ir despacio y con cautela, lo cual es aceptable, pero no te pedirá que estés inactivo o improductivo, eso sólo te lo exigirá el temor, el cual es el enemigo de la fe.
Mientras que la fe cree, el temor duda. Mientras la fe te mueve hacia logros, el temor te paraliza en ahogos. La fe hace, el temor deshace.
Hay muchas personas que dicen que están esperando a Dios, que el Señor les guíe, les hable, les diga qué hacer, cómo hacerlo, dónde hacerlo y cuándo hacerlo. Y ello suena muy espiritual, muy bonito, pero la verdad es que es una simple excusa para no hacer nada, para quedarse cruzados de brazos y dejar que los días se pasen y la pobreza les llegue como hombre armado.
En lugar de ellos estar esperando a Dios es Dios quien los está esperando a ellos. El Señor está aguardando que se decidan a ponerse en movimiento, que demuestren que sí les sobran las ganas por salir adelante y mejorar sus condiciones actuales.
Y como los inactivos son expertos en inventar disculpas nuevas cada día, podrán citar que Dios ha dicho en la Biblia: “estad quietos”. Y en otro lugar: “venid aparte y reposemos un poco”.
Sí, claro que la Biblia lo dice, pero nunca para fomentar la pereza o improductividad, pues de otra manera se contradiría con la decena de versículos que atacan la pereza y con el mandato explícito de que el que no trabaje que tampoco coma.
Cuando Dios daba la orden de estar quietos se lo decía a quienes no podían estar quietos, no a perezosos.
Era una instrucción específica para personas diligentes a las cuales en alguna ocasión Dios quería mostrarles a ellos y al mundo su gran poder. Y dejar en claro que toda la gloria era suya, que no la compartía con nadie, y que no había lugar para la jactancia de algún héroe.
Y cuando Jesús les dijo a sus discípulos que se aislaran y descansaran un poco era porque estaban cansados de trabajar, era una necesidad para poder seguir laborando.
No dejes que la pereza, el temor, el desinterés, la incapacidad y el sentirte desubicado te paralicen.
Dios te va a guiar cuando empieces a moverte, en fe.
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Tomado de:
«Devocionales en Pijama”
de Donizetti Barrios
Derechos reservados de autor.