Ponte feliz cuando estés inmerso en una gran dificultad, es el consejo que da en la Biblia Jacobo, conocido popularmente como Santiago. Y sus palabras parecieran un chiste de mal gusto o un contrasentido. ¿Quién se pone contento cuando tiene motivos para estar triste? Sin embargo, un pequeño análisis de su tesis nos permitirá entender lo que realmente quiere decir y comprobar que a este autor ni le faltaba un tornillo ni se estaba burlando del sufrimiento de alguien, sino que estaba proveyendo verdadero consuelo.
Usualmente vemos la alegría como el resultado emocional de pasar por un momento en el que las circunstancias de la vida son favorables. Si todo va bien, nos sentimos bien. Jacobo por su parte plantea que no nos sentemos a esperar que nuestras emociones tomen el control de nuestra vida, sino que nuestra vida ejerza el control sobre ellas. Es decir, que no aguardes a ver cómo te vas a sentir al pasar por una dificultad, sino que decide estar feliz en tanto que pasas por esa dificultad.
¿Puede uno decidir cómo se va a sentir emocionalmente? Sí, el cristiano tiene la habilidad espiritual de estar feliz en medio de las más terribles pruebas, debido a que esa felicidad viene como consecuencia de estar bajo el dominio del Espíritu Santo. La felicidad o el gozo no es un sentimiento almático que se vive como resultado de tener un buen pasar, sino que es un estado espiritual. Es una de las nueve características del fruto que un discípulo de Cristo da cuando está bajo el control del Espíritu Santo.
Mientras que hay una alegría que es meramente un sentimiento que depende de las circunstancias, hay una felicidad o un gozo que es un fruto, una decisión, y no algo que depende de las circunstancias. La alegría que no da Dios es pasajera y frágil. La alegría que sí da Dios es duradera y resistente.
Ya no esperes a ver cuál será el resultado emocional de estar pasando por una prueba, asume la alegría, el gozo. Ésta no vendrá a causa de la prueba, sino que se impondrá al estar viviendo dicha prueba. Ponte sumamente feliz de saber que tu fe en Cristo está siendo probada por Dios y que el propósito final no es informarle al Señor si eres o no fiel, puesto que Él ya lo sabe, sino fortalecer tu carácter, acrisolar tu virtud.
En lugar de andar mostrando una cara sufriente y hablando con voz lastimera de tu situación, haz como la tetera, que cuando está hasta el cuello de agua caliente, silba. De manera que alaba a Dios mientras pasas por una prueba.
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Tomado de:
«Devocionales en Pijama”
de Donizetti Barrios
Derechos reservados de autor.