La gran muralla china, una de las siete maravillas del mundo y cuya extensión supera los ocho mil kilómetros, se empezó a construir a partir del siglo V antes de Cristo y en dicho trabajo tan arduo murieron más de 10 millones de trabajadores, los cuales fueron enterrados en las inmediaciones. ¿Y para qué semejante muro tan largo? Para protegerse de las invasiones de los enemigos, para eso.
La gran muralla china es un monumento gigantesco que grita a los cuatro vientos que el ser humano es un ser que requiere protección, permanente, toda la vida, tanto de sus enemigos materiales como de sus enemigos espirituales, tanto de los fenómenos naturales como de él mismo.
¡Oh! ¿Y ahora quién podrá defenderme? Esa frase que se hizo célebre en la comedia familiar mexicana de El Chapulín Colorado, ha sido la frase de todas las edades. Es por ello que las inversiones en materia de seguridad van desde las cifras astronómicas de los gobiernos con los escudos antimisiles y fuerzas armadas muy bien dotadas por tierra, mar y aire, hasta las rejas de seguridad en las casas de clase media y las paredes con picos de botellas en la punta en las de clase baja.
Necesitamos estar protegidos, y no sólo estar protegidos, sino sentirnos protegidos, para andar tranquilos, para que la ansiedad, el nerviosismo y el sudor en las manos y en los pies no nos arruinen la existencia. La buena noticia es que Dios, el Dios de la Biblia, consciente de esa imperiosa necesidad del ser humano, ha prometido ser un escudo protector para todos aquellos que en Él confían.
Él ha dicho que quien está bajo sus alas, bajo su cuidado, bajo su amparo, puede estar más tranquilo que el león de la Metro Goldwyn Mayer. Dios y su destacamento de ángeles invisibles son mucho más efectivos que los míticos personajes de Supermán, Batman, El Hombre Araña, El Zorro y otros héroes de ficción.
La protección de Dios es contra lo visible e invisible, contra los enemigos externos y contra los internos, que son los más peligrosos, porque son los que batallan dentro de tu alma para llevarte a la autodestrucción. Pero tranquilo, la Biblia está llena de textos donde Dios te dice: “No temas”. Así que, ¡nada de pánico! ¡Bajo sus alas estás protegido!
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Tomado de:
«Devocionales en Pijama”
de Donizetti Barrios
Derechos reservados de autor.