El abuelo entró a la habitación de su nieto llevando un juego de madera en sus manos.
– ¿Qué es eso abuelo?
– Esto es un laberinto, un poco viejo y empolvado porque estaba tirado, pero lo he traído para enseñarte algo acerca de cómo funciona la vida. Mira, se trata de ir desde este punto A, que es la partida, hasta este punto B, que es la meta. Pero como verás, un laberinto es una construcción de calles y encrucijadas que hacen muy complicado ir desde la partida hasta la meta, debido a que ofrece muchos falsos caminos que si los tomas te dejarán encerrado. Ahora fíjate bien, voy a tomar a Pipo, tu hámster, y lo voy a poner en el punto A. Y en el punto B voy a poner su comida preferida. Ahora nietecito, dime cómo hacer para que este animalito llegue a la meta, para que pueda irse por el camino correcto y encontrar su comida.
– Bueno abuelo, yo lo puedo guiar.
– Claro, porque tú estás viendo el laberinto desde arriba y puedes ubicar con una sola mirada la partida, la meta, el camino verdadero y los caminos falsos. Pero, por un momento, imagínate qué verías sí fueras Pipo y estuvieras a su altura y con su mente
– Vería sólo una de las tantas puertas que hay. Y creo que me molestaría tener hambre, oler una buena comida y verla tan lejos y complicada de alcanzar. Aunque no es que esté lejos, sino que se hace lejana por tantos falsos caminos. Además me daría mucha rabia estarme metiendo por callecitas que no me llevan a nada y me dejan encerrado.
– Claro, y sería una pérdida de tiempo. Pero mira lo que podemos hacer, tomamos estas piezas de madera y cerramos el paso a todos los falsos caminos. De esta manera Pipo no puede ir por los pasadizos incorrectos. El problema es que se quede quieto y no quiera avanzar. Porque si encuentra muchas puertas cerradas y se molesta y ya no quiere buscar otras puertas, entonces nunca podrá llegar a su comida y nuestra ayuda no le servirá de nada. ¿Te das cuenta de lo que trato de decirte?
– Sí, abuelo. Así es como Dios nos guía a nuestras metas, pero hay que avanzar, porque cuando Papá Dios nos cierra puertas falsa es porque ya nos tiene abierta la correcta.
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Tomado de:
«Devocionales en Pijama”
de Donizetti Barrios
Derechos reservados de autor.