Una de las versiones de la Biblia dice en Eclesiastés 10:10 que si tu hacha no tiene filo tendrás que golpear mucho más fuerte y que si quieres prosperar en la vida tienes que saber qué hacer y hacerlo bien.
De algunos individuos se afirma que son aprendices de todo y maestros de nada, pues les pasa lo mismo que al pato, que corre, nada y vuela pero ninguna de las tres las hace bien.
¿No sería mejor investigar cuáles son las cosas para las cuáles tenemos talentos naturales, después dedicarnos a desarrollar esos talentos y finalmente ponerlos a producir para el sustento propio y el bien de otros?
Un conferencista decía: “Piensa en qué es lo que te gusta hacer en la vida. Estudia eso, dedícate a ello, vuélvete un especialista, destácate y disfruta de su ejercicio de forma tal que ya no tendrás que vivir la angustia del domingo por la tarde pensando que se acabó el descanso, que viene el lunes y que tendrás que sufrir otra vez el malestar de ir a trabajar. Por el contrario, el domingo por la tarde te pondrás feliz de saber que llega el lunes y vas a ir a hacer aquello que tanto te gusta, en lo que te has capacitado y eres especialista, en lo que puedes servir a los demás y sentirte útil, y en lo que eres tan profesional que hasta te pagan por hacerlo. Mejor dicho, no sentirás que vas a trabajar, sino a divertirte y cobrar”.
Hace algunos años en las compañías se invertía mucho esfuerzo, tiempo y dinero en capacitar a un empleado para que desarrollara determinadas destrezas.
Hoy, primero se evalúa al empleado y se determina en qué aéreas tiene habilidades naturales para luego aplicarse al desarrollo de las mismas y llevarle a un nivel óptimo de productividad.
Las habilidades naturales son aquellas innatas, que surgen espontáneamente y sin esfuerzo. A algunos por ejemplo les resulta fácil hacer amistades y hablar en público, lo hacen naturalmente, sin esfuerzo, y lo disfrutan.
A otros les cuesta tener ese desenvolvimiento. Y aunque con capacitación lo puedan aprender, no alcanzan el mismo nivel del que tiene el talento de forma natural.
A cada ser humano Dios le ha dado “talentos”, los cuales son capacidades naturales para desarrollar una tarea, profesión u oficio. ¿Conoces los tuyos?
Si no los conoces, entonces pídele a Dios poder identificarlos. Luego obsérvate, y pídele a otros que te observen, para así saber dónde te destacas y eres feliz.
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Tomado de:
«Devocionales en Pijama”
de Donizetti Barrios
Derechos reservados de autor.