«Después de que Dios habló a mi corazón de manera tan contundente comencé a verificar cada cosa en la Biblia, porque no quería pecar ni de místico ni de emocionalista. Quería estar convencido de que Dios me guiaba y no de que estaba alucinando o sosteniendo diálogos con mi yo interno.
Encontré entonces con respecto a la sal que ella tenía en los tiempos bíblicos dos características: la primera es que preservaba los alimentos de la putrefacción, puesto que no existían los sistemas de refrigeración; y la segunda es que los sazonaba, les daba buen sabor. Y algo interesante con respecto a la sal es saber que ella comienza su trabajo cuando se disuelve. Sí. Y al disolverse no se ve, sólo se siente.
Comprender este concepto es algo que golpea fuerte el ego de un cristiano, sobre todo cuando lo que está buscando es reconocimiento y que su ministerio se vea y se oiga.
Y con relación a la lectura en la Biblia de Romanos 13 es increíble notar que Pablo le escribió esta carta a los cristianos de Roma en el año 58, cuando vivían bajo el régimen de Nerón, quien era un perseguidor de la iglesia.
Y en su misiva el apóstol afirma que los gobernantes son ministros de Dios. Y para ministros usa la palabra griega “diakonos”. Y añade además que el Señor permite que existan esos ministros y que a ellos los va a juzgar uno por uno. Por ello es que Dios quiere que sus hijos hagan su parte cumpliendo con la ley, para que así Dios haga la suya.
Tuve muy claro entonces que en lugar de criticar al gobierno desde la iglesia, debía ir, como iglesia, y servir desde el gobierno a mi prójimo, usando los dones y talentos que Dios me había dado, y en el cargo en el que me había puesto. Y así como el profeta Ezequiel no criticó a Daniel porque trabajaba en el palacio del rey de Babilonia, tampoco Daniel criticó a Ezequiel por ministrar a los judíos cautivos en ese país. Cada quien fue llamado a un ministerio específico con dones y talentos específicos.
Algunos tienen un ministerio intra eclesiástico, que es de puertas para adentro. Otros tienen uno extra eclesiástico, que es de puertas para afuera. El mío es extra eclesiástico, así que nunca asumí mi empleo como un trabajo secular, sino como un ministerio. Y como fruto de esa mentalidad comencé a introducir cambios en la institución.
Hablé con los jefes políticos y les dije que yo no podía frenar el que apadrinaran a la gente, pero que sí les pedía que por favor la ubicaran con inteligencia, donde consideraran que fueran más productivas. Las oficinas a mi cargo dieron un cambio de la noche a la mañana. Comenzamos a dar citas a los usuarios y a evitar aglomeraciones. Inclusive no volvimos a necesitar policías.
Con lo ahorrado renovamos y sistematizamos todas las dependencias. Hasta dispensadores de agua y café pusimos para el público. El local lucía hermoso y había un mejor ambiente de trabajo. Nos hicimos altamente eficientes en todo y los empleados y los usuarios se veían felices con esta nueva forma de atención. Cuando mis superiores vieron todo esto, en una visita que nos hicieron desde la capital, me llamaron y me pidieron que hiciera lo mismo por todo el país. Y así fui promovido a nivel nacional, para poderlo implementar”.
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Tomado de:
«Devocionales en Pijama”
de Donizetti Barrios
Derechos reservados de autor.