(Eclesiastés 5:18-20; Romanos 14:17).
¿Todos los placeres son malos o pecaminosos? ¿Disfrutar del matrimonio, del trabajo, del estudio, de la belleza de la naturaleza, de orarle y cantarle a Dios, de mejorarle la vida a un ser humano, de los hijos y de la vida, serán pecado? ¿Si alguien se propusiera pasarla bien en su vida a pesar de las adversidades, estaría en pecado?
Se cuenta la historia de un pastor cristiano en un país escandinavo que llegaba los domingos a la iglesia patinando sobre sus esquíes, ya que la nieve era demasiada y él no contaba con uno de los típicos trineos tirados por perros. Debido a que el patinar sobre el hielo era considerado en esa cultura como una diversión, se desató una polémica entre la feligresía sobre si era correcto o no que en el día del Señor el pastor esquiara. Finalmente los ancianos de la congregación luego de debatir el asunto llegaron a una conclusión que comunicaron al ministro:
“Pastor, usted bien sabe que el esquiar es considerado un acto de placer y no está bien que lo haga en el día del Señor. Pero por otro lado sabemos que no tiene otro medio de transporte y que debe llegar desde muy lejos. Es por ello que hemos concluido que si usted ve el patinar desde su casa hasta aquí como un trabajo, como un acto penoso y nada placentero, está bien. Pero si usted lo disfruta y lo ve como un placer, entonces no es correcto. La pregunta es: ¿disfruta usted el esquiar los domingos o lo ve como un trabajo?
Hoy en día podemos reírnos de esa situación pero para esa época y cultura el asunto era serio. Actualmente, en el inconsciente colectivo de muchos cristianos, aún persiste la idea de que todo placer es malo, que el matrimonio, el trabajo, la evangelización, la oración y la reunión cristiana deben ser actos de sufrimiento.
Es como si el ascetismo persistiera en nuestras mentes. Los ascetas aparecieron después del siglo IV en Europa y creían que si se aislaban del mundo, si se daban latigazos, comían desperdicios, vestían andrajosos y olían a “santidad”, eran mejores cristianos. Pero eso no es así, Dios es un Padre bueno y desea lo mejor para sus hijos.
¿Acaso los padres no llegan incluso hasta el sacrificio sólo para ver a sus hijos disfrutar de buena comida, ropa y salud? ¿O crees que Dios es un padre pervertido que sólo quiere verte sufrir? Jesucristo ha venido para que tengamos vida y vida en abundancia. Más bien el pecado es despreciar y no disfrutar de los santos, puros y agradables placeres que Dios nos da; eso sí lo ofende y lo entristece.
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Tomado de:
«Devocionales en Pijama”
de Donizetti Barrios
Derechos reservados de autor.