(Efesios 6:4; Colosenses 3:21).
He procurado en todos los devocionales evitar escribir en primera persona y abocar temas de índole personal, mas hoy con mucho respeto quiero tomarme esa licencia para referirme a mis tres hijos, a Laura, la mayor, a Santiago, 14 años menor que Laura, y a Mía Valentina, siete años menor que Santiago y quien es la bebé de la casa.
Y reflexiono de nuevo en la misión que he recibido de parte de Papito Dios, el Padre Eterno, y en la cual me pide ser como Él en un grado infinitamente más pequeño, pues Él es Padre Eterno, en cambio yo soy padre temporal.
Dios engendra hijos para darles vida abundante y eternal y en mi caso me ha concedido el privilegio de engendrar a tres seres humanos para que les dé una vida terrenal digna, ya que la celestial la recibirán ellos mismos del Señor.
He sido criado en una cultura en que abundan los hijos huérfanos con padres vivos, hombres que traen bebés a este mundo y luego les dan la espalda y los ignoran como si no existieran. Se olvidan que aunque engendrar toma sólo unos minutos, ser padre toma toda la vida.
Ahora que profeso la fe cristiana y sigo a Jesús como mi Mesías, recibo de su parte una misión que sí es posible, y es ser padre. Dios me ha encomendado ser proveedor de mis hijos, así que lo que coman, beban, vistan y consuman en estudios, medicina, recreación y otros ítems, deberá ser provisto por mí. También me ha pedido que sea su maestro y guía espiritual. Que sea su protector y compañero de juegos.
Y que les dé el mejor ejemplo de vida, pues si soy aplaudido por todo el mundo pero no tengo el amor y la admiración de ellos, seré un verdadero fracaso.
Laurita, Santiago y Mía, ni ustedes pueden esperar que sea un padre perfecto, ni yo puedo esperar que ustedes sean unos hijos perfectos, pero sí podemos por encima de todo amarnos, respetarnos, ayudarnos e inspirarnos.
Laurita, Santiago y Mía, en nuestro breve paso por este mundo me ha tocado en turno ser el padre de ustedes y a ustedes ser mis hijos. Ayúdenme a ser de los mejores, pues algún día tendré que dar cuenta a Dios de lo que fui para ustedes tres.
Los amo, siempre serán mis bebés y siempre serán mi bendición de Dios. Los extraño cuando estoy fuera de casa y todos los días oro por ustedes.
De vuestro papi: Doni.
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Tomado de:
«Devocionales en Pijama”
de Donizetti Barrios
Derechos reservados de autor.