En las típicas telenovelas mexicanas la protagonista siempre es una mujer buena, llena de ternura y amor, y es por eso que siempre se la pasa llorando, lamentándose del daño que le produce la villana y soportando toda clase de vejaciones mientras se encomienda a un santo o una virgen para que le ayude.
Esta hermosa sufriente siempre llega a trabajar como sirvienta a la mansión de sus verdaderos padres, quienes la abandonaron cuando era niña, y en dicha casa es que conoce al amor de su vida quien la hace sufrir mucho más y le arruina la vida hasta el día en que se reconcilian, muere la mala y ella recibe la herencia millonaria de sus progenitores, a quienes finalmente puede perdonar.
Nunca se nos muestra a una mujer luchadora, de temple, que defiende sus derechos, que acude a la ley, que pone a cada quien en su sitio, que se respeta y se hace respetar. Nunca se hace millonaria porque se esforzó en superarse académica y laboralmente, sino porque lo heredó de sus ricos padres. Jamás se queda con su marido porque lo peleó, lo atrajo inteligentemente y lo reconvino a mostrar determinación en cuanto a defender su relación, sino que se queda con su pareja después de que éste le hace desplantes, se casa con la villana, se divorcia y luego la persigue a ella para recobrarla. No nos dejemos engañar, ser bueno no equivale a ser tonto. Ser bondadoso no equivale a ser bobo.
Jesucristo nos alertó al decirnos que como cristianos íbamos a vivir en un mundo lleno de maldad, de gente perversa que estaría al acecho para ver cómo nos podría engañar, robar, aprovecharse y hasta matarnos. Sus palabras fueron que nos mandaba a un mundo lleno de lobos rapaces y que por lo tanto deberíamos ser prudentes como serpientes y sencillos como palomas. La palabra griega “frónimos” que aparece en Mateo 10:16 en la Biblia y que se traduce como prudente, cuidadoso, precavido, no debe confundirse con la palabra griega “panourguia”, que se traduce como astucia, inteligencia malvada, truhanería, trampa, maldad.
Es decir, Jesús, según el original griego de este pasaje bíblico, nunca nos pide ser astutos, como lo es Satanás, la serpiente antigua, sino ser prudentes, como lo son las demás serpientes. Y es que la maldad no se puede atacar con maldad, sino con bondad. La injusticia no se vence con más injusticia, sino con justicia. El cristiano no puede darse el lujo de usar armas ilegítimas para la batalla, sino aquellas que Dios le provee en su soberana sabiduría, armas espirituales y armas materiales legales. Pero no sólo hay que ser prudentes como serpientes, sino también sencillos como palomas, animales que simbolizan la inocencia, la pureza, la fidelidad, la paz.
Jamás se verá a una paloma metiéndose en líos, alborotando un palomar, creando complicaciones o atacando a su amo, por el contrario, siempre estará reflejando sumisión y simplificación. Los cristianos debemos ser mansos, no mensos. Debemos denunciar la injusticia y hablar de la verdadera justicia. Debemos evitar a toda costa meternos en líos y crear problemas, pero si alguien gratuitamente nos quiere inmiscuir en asuntos perversos, entonces debemos demostrar carácter, poner los puntos sobre las íes, hacer valer nuestros derechos y presentar justa defensa de nuestro caso. A un hijo de Dios le es prohibido pisotear a un semejante, como también le es prohibido dejarse pisotear.
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Tomado de:
«Devocionales en Pijama”
de Donizetti Barrios
Derechos reservados de autor.