Los compositores por lo general señalan que detrás de toda canción siempre hay una historia, como es el caso del famoso corrido mexicano “Adelita”. Las adelitas fueron las mujeres que participaron en la revolución mexicana como enfermeras, cocineras, ayudantes y hasta empuñando las armas.
Una de las versiones sobre su autoría señala que el nombre fue tomado de la enfermera Adela Velarde Pérez, quien en 1914 atendió al soldado herido Antonio del Río Armenta, el cual le escribió el tema que en uno de sus apartes dice: Si mi Adelita se fuera con otro, la seguiría por tierra y por mar. Si por mar en un buque de guerra, si por tierra en un tren militar”.
Otra famosa canción y más antigua fue escrita por un rey, guerrero, poeta y profeta, quien vivió en Israel hace más de tres mil años. Se trata del rey David y su trabajo musical está consignado en la Biblia bajo el título del Salmo 40. Allí, en los tres primeros versos dice: “Al Señor esperé pacientemente, y Él se inclinó a mí y oyó mi clamor. Me sacó del hoyo de la destrucción, del lodo cenagoso; asentó mis pies sobre una roca y afirmó mis pasos. Puso en mi boca un cántico nuevo, un canto de alabanza a nuestro Dios; muchos verán esto, y temerán, y confiarán en el Señor”.
El cantautor que es un hombre de guerra, valiente y esforzado, no tiene ningún problema en confesar que estuvo con el agua hasta el cuello, que se sintió rodeado por la muerte, angustiado y como metido en un hoyo profundo, oscuro y resbaladizo. Pero también agrega que estando en dicha situación, lo primero que hizo fue clamar al Señor, invocarle y pedirle que viniera en su ayuda. No fue que en el desespero decidió suicidarse, ni que se puso a echar maldiciones, o a culpar a todo el mundo por sus fallas, o a gritarle a Dios que era un injusto. Lo que hizo este salmista fue orar a Dios para que lo salvara. Y Dios lo hizo, pero en su tiempo, no en el tiempo del solicitante.
Es por ello que David dice que debió esperar pacientemente, dos cosas que no nos gustan, ni esperar, ni tener paciencia. Pero Como Dios nunca llega ni anticipado, ni tarde, corrió a su auxilio en el momento justo y lo sacó de ese hoyo, hoyo que puede simbolizar también a la arena movediza del pecado. Y cuando el Señor Todopoderoso llegó no lo hundió mucho más ni le recriminó por sus faltas, sino que lo sacó con mano amorosa, lo cual significa también en sentido figurado que lo perdonó.
Además lo puso sobre la roca firme, lo cual es símbolo de estar en Cristo, para de esa manera enderezar su caminar, darle vida nueva. Y después llenarle el corazón de música, de gozo, que representa el recibir al Espíritu Santo. Es por ello que esta experiencia personal de David ha servido de ejemplo, de testimonio, a millones de personas en el mundo entero para que se acerquen a Dios y sean salvados.
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Tomado de:
«Devocionales en Pijama”
de Donizetti Barrios
Derechos reservados de autor.