A las puertas de iniciar un nuevo año hay cuatro palabras que nos van a ayudar a hacer un ejercicio interesante y útil para:
– Aprovechar los errores cometidos.
– Superar los logros obtenidos.
– Evaluar lo positivo y negativo de nosotros.
– Considerar las posibilidades reales de lograr nuevas metas.
– Y construir los caminos para alcanzar los objetivos.
Estas dichosas palabras son: retrospección, introspección, prospección y proyección. Ahora veámoslas en detalle, y poniendo todo esto en oración.
La retrospección es el acto de evaluar lo que queda atrás, es valorar las experiencias que hemos tenido, buenas o malas, y aprovecharlas al máximo. El peor error es no aprender de los errores pasados. Y el peor desperdicio es no mejorar lo que ha sido bueno. La experiencia vale mucho, porque se adquiere pagando un alto costo de tiempo, dinero, esfuerzo y hasta sufrimiento. Pero no sólo aprendemos de nuestras fallas, sino de las ajenas, y es por ello que saber “qué es lo que no se debe hacer” es un gran capital que no se puede echar a la basura. Y también aprendemos del éxito pasado, pues allí están las bases para nuevos éxitos, ya que debemos batir nuestras propias marcas, hacer cada vez mejor lo que hemos hecho bien. La superación debe ser un propósito personal.
La introspección es la mirada hacia dentro de nosotros, es auscultarnos, es mirar con lupa dentro de nuestro corazón para sacar la mugre acumulada y para organizar lo que sí es útil pero que puede estar estorbando en lugar de estar ayudando. Pídele a Dios en la oración que estás haciendo en todo este proceso que te muestre todo aquello por lo cual debes arrepentirte y pedir perdón, y luego, lo que tú debes perdonarle a los demás.
La prospección es el análisis de posibilidades reales que tenemos de conseguir algo de acuerdo al nivel que ya hemos alcanzado y de acuerdo a la fe que tenemos en que Dios hará por nosotros aquello que no podemos hacer por nosotros mismos. Es mental y espiritualmente visitar la tierra prometida para espiarla y ver cómo podemos tomarla.
Y finalmente, la proyección, es el trazado del camino, son los planes y planos que Dios me muestra en oración, y que debo escribir y seguir cada día, para poder llegar a la ansiada meta final antes de concluir el nuevo año.
¡Manos a la obra! ¡Y empecemos con oración!
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Tomado de:
«Devocionales en Pijama”
de Donizetti Barrios
Derechos reservados de autor.