Luis tenía el encargo de recoger en el aeropuerto al predicador que vendría de visita a su iglesia. Y aunque sabía cuál era la aerolínea y cuál el número de vuelo el problema era que no lo conocía físicamente. Se apostó entonces a la salida del muelle internacional a esperar, cuando de repente, uno de los pasajeros llamó su atención. Casi podía aseverar que esa persona en la que se había fijado era a quien esperaba, por lo cual amablemente se le acercó y preguntó:
– Perdona, eres tú el predicador invitado a nuestra iglesia
– No, yo no, esta cara que tengo es por culpa de una úlcera que me está acabando.
¡Qué triste que algunos tengan esa imagen de los cristianos! Y es que en algunos círculos religiosos pareciera concebirse la idea de que entre menos sonrisas se esbocen más espiritual se es. Pero el gozo del cristiano es uno de los síntomas de su buena salud espiritual. La alegría que proviene del espíritu no es la misma que proviene de las emociones, pues la emocional depende de las circunstancias, de forma tal que cuando todo marcha bien se está feliz, pero si todo va mal, se está triste.
El gozo o alegría espiritual, al ser mucho más profundo y estable, tiene por ende la capacidad de sobreponerse a las circunstancias que se les son adversas, en lugar de dejarse abatir por ellas. Mientras que cualquier persona debe esperar a sentir algo de alegría, un cristiano no tiene que esperar a que le llegue, sino que debe vestirse de esa alegría.
El ser humano que ha sido controlado por Dios asume la alegría espiritual, decide estar gozoso, porque esa es una decisión, es un acto de fe. Y al mismo tiempo, el gozo es una de las características del fruto que produce el Espíritu Santo en el espíritu humano cuando un cristiano le ha rendido su voluntad al Señor y le ha permitido que le llene con su presencia. Si así no fuera, no podríamos entender el consejo del apóstol Pablo que nos indica ponernos gozosos cuando estamos atribulados.
Aparentemente esto suena loco, pues es ilógico pedirle a una persona que se ponga contenta cuando sienta tristeza. Pero en la vida espiritual cristiana lo anterior no es una locura, sino una realidad, gracias a que una de las nueve características de la llenura del Espíritu Santo es el gozo o la alegría espiritual.
Las otras ocho, según el listado de Gálatas 5:22 en la Biblia son: amor, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. En conclusión, cuando el apóstol Pablo nos ordena que estemos gozosos lo que ciertamente nos está diciendo es:
“Oigan muchachos, aunque realmente tengan motivos para estar tristes, cambien esa cara de limón y decídanse a estar gozosos, porque son ustedes los que manejan sus emociones y no las emociones a ustedes. Así que ahora mismo asuman el gozo”.
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Tomado de:
«Devocionales en Pijama”
de Donizetti Barrios
Derechos reservados de autor.