(Santiago 1:5).
“Serendipia”, esta es una palabra muy rara pero a la vez muy interesante. Y sería bueno que la memorizáramos porque nos va a ayudar a ver la vida de manera más creativa y llevadera.
La “serendipia» es el arte de hacer grandes descubrimientos por accidente o de manera inesperada. El vocablo se deriva del inglés «serendipity», que a su vez lo toma de un relato persa sobre los tres príncipes de Serendip, hoy Sri Lanka, que viajaban por el mundo entero haciendo extraordinarios descubrimientos accidentales.
En la historia de la ciencia se han dado muchísimas serendipias, el mismo Albert Einstein reconoció esta habilidad en algunos de sus hallazgos, aunque también se han dado en la literatura y otras artes.
En América Latina en lenguaje popular la gente diría que alguien hizo un gran hallazgo “de chiripa”, o “por suerte”, pero decir serendipia es mucho más exacto.
Alexander Fleming, por ejemplo, descubrió la penicilina por serendipia. Él se fue de vacaciones dejando muchas probetas y platos sin lavar. Éstos contenían estafilococos (un tipo de bacterias) que empleaba en otras investigaciones.
Al regresar descubrió que el moho que se había formado en los platos inhibía el crecimiento de las colonias de estafilococos. Se puso a cultivar y a purificar dicho moho y… ¡Taran! ¡Descubrió la penicilina! Gran invento médico del siglo XX y del cual vienen los antibióticos.
Otro caso es de Charles Goodyear, quién inventó el caucho para los neumáticos. ÉL estaba tan dedicado a sus experimentos que su esposa le prohibió que siguiera con esos estudios. Un día, mientras a escondidas manipulaba caucho y compuestos de azufre, su mujer llegó por sorpresa. Del susto, Charles metió en el horno encendido lo que tenía a la mano. Y cuando pudo sacarlo… ¡Taran! ¡Gran descubrimiento!
Los Post-it, los famosos papelitos adhesivos, los descubrió un cristiano en la iglesia. Un operario en la fábrica 3M había olvidado añadir un componente a un pegamento, sin embargo la solución no se tiró por ser muy costosa.
Uno de los ingenieros, harto de llevar papelitos para marcar los Salmos y que se le cayeran de la Biblia, tomó un poco de ese leve pegamento y los unió. Y… ¡Taran! ¡Maravilloso descubrimiento!
¡Padre eterno, por favor, enséñanos serendipia, ábrenos los ojos para que podamos ver tantas bendiciones que a diario dejamos pasar!s campeones.
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Tomado de:
«Devocionales en Pijama”
de Donizetti Barrios
Derechos reservados de autor.