Estando muy confundido sobre lo que es el dar un joven le preguntó a su guía espiritual el por qué razón se sentía frustrado si se suponía que dar es un motivo de alegría, que compartir con el necesitado es un motivo de regocijo y que apoyar la obra de Dios es un gozo y a la vez una acto de siembra para cosechar abundantes frutos en el futuro.
El maestro cristiano le explicó a su discípulo que lo que decía sobre el dar era verdad y estaba respaldado por la Biblia. Pero que el sentirse frustrado era algo negativo que no debería permitir en su corazón.
¿Y por qué te sientes frustrado? La razón es porque al levantarte esta mañana pusiste la radio y escuchaste al locutor que invitaba a llamar y hacer un donativo para la estación. Luego tu esposa te preguntó si podrías ayudar a tus sobrinos comprándoles algunos libros que tu hermano no había podido costear debido a sus bajos ingresos.
Pasado un tiempo, cuando prendiste el televisor, viste al presentador que te persuadía para que llamaras y dieras una ofrenda. Después sobre la mesa encontraste el sobre que te dieron en la iglesia para apoyar la construcción de nuevas aulas para los niños.
Y cuando llegaste a tu trabajo te salieron al encuentro unas damas solicitando un donativo para los enfermos de cáncer. Y ni qué decir de los mendigos y otras personas que pidieron tu colaboración para muchas causas nobles.
Amigo, hoy en día hay miles de posibilidades de dar, de manera que hazlo conforme nos enseña la Biblia. Hazlo con gozo y de acuerdo a lo que has propuesto en tu corazón, pero en el corazón tuyo, no en el de los demás, por cuanto esta es una decisión personal.
Y ten presente que primero que todo debes responder económicamente por tu familia, luego por tu iglesia y después por todas las demás cosas que el Señor te muestre que debes respaldar.
Por supuesto que dar es mejor que recibir. Así lo enseñaban los apóstoles de Cristo, sólo que ellos no abusaron de esa premisa, o sino imagínate la confusión que se habría formado si cada apóstol, de manera independiente, hubiese estado pidiendo donativos para diferentes actividades.
Claro que eso nunca pasó, nunca hubo una colecta por cada apóstol, sino que se ponían de acuerdo sobre lo que iban a pedir. Por ello es que no se disputaban a los dadores ni había competencias a ver quién ofrecía más milagros a cambio de un aporte.
Sencillamente enseñaban que dar es adoración, no transacción. Que dar es fe en acción, no coacción. Que dar es gozo, no acoso. Que al dar importa la calidad y no sólo la cantidad. Que dar es sembrar y no arrebatar. Y que dar es amar, no manipular. ¡Nunca pierdas el gozo de dar!
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Tomado de:
«Devocionales en Pijama”
de Donizetti Barrios
Derechos reservados de autor.