El que espera, desespera, le dijo el abuelito a su nieto después que éste sembrara una semilla y se acostara en el piso boca abajo, con la mirada fija en el pequeño montículo de tierra, de donde su mente infantil suponía que saldría rápidamente una gran planta. Y así nos pasa a los adultos también, de igual forma tenemos ese tipo de suposiciones, queremos ver las cosas hechas de manera inmediata.
Nos hemos acostumbrado al tren bala, al jet, al microondas, al correo electrónico, a la comida rápida, al pago por internet, al café instantáneo y a las lavadoras y secadoras automáticas. Nada que sea de esperar o que sea lento nos agrada. Es por eso tan mortificante sentarse en una sala de espera en un consultorio, a pesar de los cerros de revistas, la televisión y las bebidas que te ofrecen.
¿Y cuándo se va a modernizar Dios e instalará los servicios de “Oración Express” y “milagros online”? Una versión actualizada para estos tiempos de las mismas oraciones y milagros que lograran personajes de la Biblia como Abraham, Jacob, Moisés y David. De esa manera si Abraham orase en tres minutos pidiendo un heredero, lo obtendría en 24 horas y no en 25 años.
Jacob, con una oración de 60 segundos, recibiría al momento una linda Raquel, en lugar de trabajar 14 años por ella. Moisés, con una oración de 120 segundos, podría entrar a la tierra prometida en cuestión de horas en cómodos coches cama, en lugar de tardarse 40 años y morirse a la puerta, viendo el lugar pero sin poder pasar.
Con este mismo servicio, hoy en día, el joven David oraría y grabaría un salmo en MP3 en cuestión de segundos y llegaría al trono de Israel llevado en un carro de bomberos desde su casa en Belén hasta Jerusalén, en lugar de esperar hasta los 30 años y tener que aguantarse las persecuciones de Saúl.
¿Pero sabes algo? Dios no va a instalar esos servicios simplemente porque en nuestra impaciencia se nos antoja que así sea. El Dios nuestro, el de la Biblia, es un Dios que sigue procesos para que se vean sucesos. Es el que hace el mundo en seis días y descansa uno.
Que espera hasta que Cristo cumpla 33 años en lugar de sacrificarlo a los 15. Que primero da una ley durante 1500 años, a través de Moisés, y luego, después que demuestra que nadie puede cumplirla y salvarse por medio de ella, envía a su Hijo como Salvador y a su Gracia como medio de salvación.
Este Dios es inmutable, no cambia, por eso es mejor que aprendamos paciencia, porque con paciencia y fe podremos vivir los procesos que Dios quiere que vivamos y, de esta manera, ver sus grandes sucesos.
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Tomado de:
«Devocionales en Pijama”
de Donizetti Barrios
Derechos reservados de autor.