Cuando un limosnero se acerca a pedirte una ayuda económica lo hace apelando a tu sentimiento de lástima, es por ello que su apariencia, sus gestos, sus palabras y la historia que te cuenta son bien tristes, lastimeros. Él sólo dispone de un minuto en una esquina, en un semáforo, o en un parque, para impactar tus sentimientos y motivarte a desprenderte de algo que es tuyo para dárselo a él, simplemente porque logró que en tu mente dijeras: “pobrecito, qué pesar, qué lástima, cómo me duele”.
Si el limosnero viniera con un arma a pedirte, ya no sería un limosnero, sino un asaltante, ya no pediría una limosna, sino un botín, y ya no apelaría a tu lástima, sino a tu miedo. Si viniera con un abogado y un documento ya no te estaría pidiendo, sino exigiendo. Y si llegara ofreciéndote un producto o servicio ya no te estaría pidiendo, sino vendiendo.
Por el contrario, cuando un hijo o una persona a la que amamos con todo nuestro corazón se nos acerca y nos pide algo, nuestro mayor deseo es complacerla, dárselo de inmediato. Tal vez los únicos impedimentos que encontremos para satisfacer su demanda sea el que no tengamos lo que nos pide, o el considerar que lo solicitado no le es conveniente en ese momento. Mas por regla general son más las ganas nuestras por darle algo que las de él por recibirlo.
¿Y a qué se debe esa respuesta de parte nuestra? Al amor. No a la lástima, no al miedo, no a la obligación, no al pago de un producto o servicio, sino simplemente al deseo de complacerlo, de satisfacerlo, de hacerle feliz, por cuanto lo amamos. La persona a la que amamos no necesita hacernos llorar de lástima, o apuntarnos con un arma en la cabeza, ni traernos un abogado para exigirnos, o darnos una mercancía a cambio, sólo debe cultivar y mantener esa relación de amor que ya existe entre los dos.
La Biblia dice en la epístola a los Romanos que Dios muestra su amor para con nosotros en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Y luego añade que si no fue capaz de negarnos a su propio Hijo unigénito, sino que lo entregó por nosotros, gracias al inmenso amor que nos tiene, cómo no nos va a dar todas las demás cosas que necesitemos. Eso es como decir que si tu papá ya te dio la casa, el auto, la empresa y el dinero en el banco, cómo no te va a dar una pequeña moneda de su bolsillo para algo que necesites.
A Dios no tenemos que hacerle sentir lástima para que nos dé algo, ni amenazarlo con un arma, ni llevarle un abogado para exigirle, ni ofrecerle un producto o servicio a cambio. Lo único que precisamos es cultivar ese amor que Él ya nos tiene y que no necesitamos ganárnoslo, puesto que ya lo siente por nosotros. Dios nos ama, aunque no lo merezcamos, y por ello nos ha dado y dará lo mejor de Él. Lo único que podemos hacer ante tanta generosidad es corresponderle, amarle, exaltarle, obedecerle.
Claro, hay personas que no quieren tener una relación de amor con Dios, sólo quieren ver cómo le pueden sacar algo, cómo lo pueden usar a su conveniencia y luego desecharlo hasta que vuelvan a necesitar algo de Él. Es por ello que intentan despertar su lástima mostrándole heridas, contándole historias tristes y haciendo sacrificios como el de andar de rodillas de una ciudad a otra o subir un cerro descalzos.
Otros individuos en cambio le quieren exigir. Y otros más le quieren prometer productos y servicios tales como velitas, flores, rituales, etc. No erremos, Dios nos ama, amémosle, porque si tenemos su corazón, tenemos todo de él.
Si quieres seguir recibiendo los «Devocionales en Pijama» cada día, en tu correo electrónico, o para que le llegue a un amigo, suscríbete a nuestro boletín gratuito en la parte superior derecha de esta página. Saber tu nombre, apellido y país, nos permitirá escribirte de manera personalizada y compartirte notas de interés en tu país.
Si quieres que seamos amigos en Facebook sólo marca «Me gusta» en la siguiente página: https://www.facebook.com/donizettibarrios
Ahora, si deseas disfrutar de buena música orgánica con sonido estéreo digital de alta resolución, da clic AQUÍ.
Tomado de:
«Devocionales en Pijama”
de Donizetti Barrios
Derechos reservados de autor.