Cuando Quenia llevó a su esposo Tony al hospital para que le practicaran los exámenes de rigor, el médico fue muy enfático al mostrarle en las radiografías los puntos donde aparecían los siete tipos de cáncer que él padecía. Ella sin embargo quiso una segunda opinión especializada, pero el resultado fue el mismo, él sí tenía cáncer, no había ningún error en el diagnóstico.
Ante la fatal noticia Quenia decidió activar el poder de la fe en Jesucristo, creyendo que Él era poderoso para hacer milagros en respuesta a su oración. Cuando llegó el día de la cirugía, el médico, en menos de 15 minutos, salió disgustado y a prisa del quirófano, buscó a Quenia y le exigió que le dijera que había pasado con su marido. Ella no lograba entender el cuestionamiento. Fue entonces cuando él le explicó que el cáncer no aparecía por ninguna parte, pero que a ella le constaba que en los exámenes que le había mostrado estaba la evidencia de la enfermedad. Y claro que ella lo sabía, pues le había practicado las pruebas por segunda vez y con el mismo resultado. El cirujano estaba indignado, por cuanto era un inminente profesional y con una larga e intachable trayectoria.
El milagro acaecido en este hospital es el pan de cada día en diferentes lugares del mundo. Dios todavía tiene esa bendita costumbre de arruinarle a los médicos sus diagnósticos. Inclusive, cuando caminaba por las polvorientas calles de Israel en forma humana y bajo el nombre hebreo de Yeshua (Dios salva), no podían invitarlo a ningún funeral, puesto que siempre lo saboteaba resucitando al muerto. ¿Y qué es lo que pasa con la ciencia médica que los cristianos con sus oraciones se burlan de ella? No pasa nada que no se haya escrito antes en la Biblia.
Un médico se forma tomando a un chico recién salido de la secundaria y sentándolo durante cinco años en la universidad para enseñarle cómo se comportan las células del cuerpo humano, cómo se enferman y cómo se pueden sanar. Sus mentes son educadas bajo el método científico y se les programa para aceptar como verdadero sólo aquello que pueden verificar en el laboratorio.
pero están aprendiendo sólo la mitad del curso, aunque se les cobra la matrícula completa. ¿Y por qué la mitad? Porque les enseñan que el ser humano es un ser psíquico, biológico y social, pero nadie les informa que también es un ser espiritual. Y es que así como existe un mundo natural o físico, también hay un mundo sobrenatural o espiritual. Y tal y como existe la ley de la gravedad, que hace que los objetos caigan, también hay otra ley que se llama de la sustentación, que hace que los aviones floten.
Y para evitar que los médicos se frustraran con los milagros de Dios que arruinan sus diagnósticos, deberían sentarlos otros cinco años en la universidad para enseñarles, con Biblia en mano, las leyes espirituales. En el primer curso, el médico, aprendería las leyes naturales. Y en el segundo curso, el bíblico, aprendería las leyes sobrenaturales. Además, al estudiar las verdades divinas, se les proveería la salvación, para que sus espíritus vayan al cielo el día en que mueran físicamente.
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Tomado de:
«Devocionales en Pijama”
de Donizetti Barrios
Derechos reservados de autor.