(Lucas 2:1-20).
Noche vivaz, noche de alcohol, todo es ruido en derredor. Entre los autos que esparcen su luz, vienen los padres cargando en el bus, grandes regalos de más, que son las deudas de más. Perdón, esa no es la primera estrofa del famoso himno navideño “Noche de Paz” pero en esto se ha convertido la navidad en nuestra sociedad actual.
Cuando Joseph Mohr escribió esta canción en el tranquilo y pequeño poblado de Oberndorf, Austria, en 1818, seguramente pudo imaginarse la noche en que nació el Mesías de esta manera: “Noche de paz, noche de amor, todo duerme en derredor. Entre sus astros que esparcen su luz, bella anunciando al niñito Jesús. Brilla la estrella de paz, brilla la estrella de paz”.
Pero hoy en día es difícil encontrar a alguien que asocie la navidad con la palabra natividad o nacimiento y menos que medite en el relato bíblico del momento en que Dios, quien es espíritu, tomó forma humana y habitó entre los hombres para amarlos, servirlos y redimirlos de sus pecados.
La navidad es para el común de la gente tiempo de fiestas, baile, licor, comidas, ofertas en los centros comerciales, viajes, carreras, afanes, ansiedad, tráfico pesado en las calles, bullicio, accidentes, luces de colores, ropa para estrenar y otros elementos que nada tienen que ver con Jesús naciendo en Belén de una virgen.
Y para el rigor histórico y teológico tendríamos que aclarar por lo menos tres cosas con respecto a la navidad. Lo primero es que Jesús no nació un 25 de diciembre. Lo segundo es que la navidad tiene un origen pagano y no cristiano. Y lo tercero es que Jesús nunca pidió celebrar su nacimiento, aunque tampoco prohibió enseñarlo y por ello quedó consignado en la Biblia.
Y si alguno en su celo religioso por algún motivo se siente molesto por el arbolito, el pesebre o los platillos de temporada, sepa que logrará mayor influencia espiritual siendo respetuoso y amoroso. Esto no significa traicionar sus convicciones, sino que en lugar de pedirle a Dios que caiga fuego del cielo y consuma a todos por no pensar como él, le suplique que los pueda amar.
Que esta temporada, en lugar de arrastrarnos a endeudarnos, enloquecernos con licor y exponernos a graves accidentes, más bien nos inunde de paz, de deseos de meditación en Dios, de unidad familiar, de oración, de estudio bíblico y de reposo.
Si quieres seguir recibiendo los «Devocionales en Pijama» cada día, en tu correo electrónico, o para que le llegue a un amigo, suscríbete a nuestro boletín gratuito en la parte superior derecha de esta página. Saber tu nombre, apellido y país, nos permitirá escribirte de manera personalizada y compartirte notas de interés en tu país.
Si quieres que seamos amigos en Facebook sólo marca «Me gusta» en la siguiente página: https://www.facebook.com/donizettibarrios
Ahora, si deseas disfrutar de buena música orgánica con sonido estéreo digital de alta resolución, da clic AQUÍ.
Tomado de:
«Devocionales en Pijama”
de Donizetti Barrios
Derechos reservados de autor.