La lucha de una ama de casa contra una cucaracha terminó en quemaduras y la rotura de la pelvis y varias costillas en su marido. La esposa encontró al insecto en el comedor y, tras pisotearlo, lo tiro al sanitario; pero la cucaracha seguía viva y pudo salir del agua para luego intentar trepar fuera del inodoro. La señora procedió entonces a rociarla con insecticida, pero el animal resulto ser resistente al químico, así que ella le vació todo el contenido del tarro sin conseguir rematarla.
Justo en ese momento su marido llegó a la casa y lo primero que hizo fue tirar la colilla de un cigarrillo al retrete, inflamando los gases del insecticida y causándose serias quemaduras. Los enfermeros que procedían a sacarle en camilla por las escaleras, cuando se enteraron de que las quemaduras las tenía en sus partes privadas, del ataque de risa lo dejaron caer y le provocaron fracturas en costillas y pelvis.
Toda esta historia se desencadenó por el miedo de un ama de casa a una cucaracha. Y así pasa con todos nuestros miedos cuando se salen de control, nos llevan a exagerar las consecuencias de eventos que sólo ocurren en nuestra imaginación y terminan produciendo en nosotros trastornos tan diversos como aceleración cardiaca, sudoración excesiva, parálisis, conflictos gástricos, pérdida del control de esfínteres, etc.
El miedo es definido como una perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario. Es una emoción que puede ir desde el terror intenso hasta una ligera aprensión. Cuando está bajo control, es beneficioso, pues constituye un mecanismo de supervivencia y defensa que nos permite responder con rapidez y eficacia. Pero cuando se sale de control se torna en un sentimiento desastroso que arruina la vida.
El miedo debe alertarnos como la luz amarilla del semáforo, pero nunca debe paralizarnos como si fuera la luz roja. Tú debes controlar tus miedos, manejarlos, no permitir que ellos te manejen. Es más, si los miedos se quieren adueñar de tu mente, asústalos, ahuyéntalos. ¿Cómo? Llenándote de fe, de seguridad.
¿Fe, seguridad, en qué? En algo más inteligente y poderoso que los miedos y peligros que los provocan. Ese algo tiene nombre propio: Dios. El apóstol Pablo, en 2 Timoteo 1:7, dice:
“Oye Timoteo, Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía a los cristianos como para que nos muramos del susto, sino que nos ha dado al Espíritu Santo para ser valientes, para tener poder y una gran capacidad para amar a los demás y ejercer control sobre nuestros malos deseos, malos pensamientos y emociones dañinas”.
¿Si Dios con nosotros, quién contra nosotros? Papá Dios tiene para cuidarnos al grupo “FLASH”: Fuerza de Luchadores Angelicales al Servicio de sus Hijos.
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Tomado de:
«Devocionales en Pijama”
de Donizetti Barrios
Derechos reservados de autor.