(Números 21:4-9; 1 Juan 2:1-2).
– Maestro, yo no deseo pecar, yo no deseo desobedecer a Dios nunca.
– Te felicito discípulo, esa debe ser la actitud verdadera de todo cristiano, siempre debe repudiar al pecado. Debe luchar primeramente por no tener que enfrentarlo, y si le toca enfrentarlo, debe luchar por no ser mordido, y si lo muerde, debe luchar por no morir.
– ¿Qué quiere decir eso maestro?
– Que aunque un cristiano debe tener en mente el no desear pecar jamás, tiene que recordar también, para casos de emergencia, que hay un procedimiento que es preciso seguir. Te explico. En la Biblia se nos cuenta que en una ocasión aparecieron serpientes venenosas por el campamento de los israelitas en el desierto. Y muchos murieron por la mordedura. Pero Dios, en respuesta a la oración de Moisés, le dijo que hiciera una serpiente de bronce y la levantara sobre un asta, y que cuando alguien fuere mordido mirara a esa serpiente de bronce y viviría. Y así paró la mortandad.
– ¿Entonces ya nadie fue mordido por la serpiente?
– No, no fue que las serpientes venenosas desaparecieron, o que ya nadie fue mordido. Lo que significaba era que ya nadie moriría por la acción del veneno.
– ¡Ah! ¿pero entonces sí se sufría por la mordedura?
– Por supuesto. Aunque no creo que alguien se levantara cada mañana deseando ser mordido por una serpiente, y anhelando padecer el dolor, y tal vez la fiebre y la desazón que producen la mordedura. Creo más bien que la gente tomaba todas las precauciones para no encontrarse con una serpiente, y si se topaba con una, evitaba al máximo ser mordida, y si era mordida, corría a toda prisa a mirar la serpiente de bronce para no morir. Y eso mismo es lo que nos enseña el apóstol Juan, que no pequemos, nunca, jamás, de ninguna manera, pero que si llegáremos a caer, corramos donde nuestro abogado, el Señor Jesucristo, quien nos estará esperando con los brazos abiertos. Porque hoy, Él es para nosotros esa serpiente de bronce. Así es que el que se arrepiente y deja su pecado, recibe su perdón y vivirá eternamente.
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Tomado de:
«Devocionales en Pijama”
de Donizetti Barrios
Derechos reservados de autor.