Continuando con los mitos o mentiras sobre el Dios de los cristianos hay algunos que se han hecho bien populares, como son: los tres reyes magos, María en embarazo sobre el asno, la santa cena de Jesús y los intercesores ante Dios Padre. Por ninguna parte de la Biblia se mencionan a unos tales Melchor, Gaspar y Baltasar, los tres reyes magos. Esa es una leyenda sin sustento teológico. Lo que sí dice el texto sagrado es que llegaron a visitar a Jesús a Belén unos astrónomos, no astrólogos, sino astrónomos.
Los astrólogos son los que usan los astros para la adivinación, para hacer predicciones, mientras que los astrónomos son meramente científicos. Y en este caso en particular ellos ni eran tres, ni eran reyes, ni eran magos o practicantes de ciencias ocultas. Y tampoco llegaron el seis de enero al pesebre, sino que llegaron a una casa donde Jesús ya estaba entre los uno y dos años de edad, por lo cual Herodes, procurando asesinarlo, mandó a matar todos los niños menores de dos años.
Otro mito es el de la tarjeta navideña donde se ven a María, en embarazo sobre un asno, y a José, caminando a su lado. Si eso fuese verdad, Yosi, como le decían a los José, hubiese sido el hazmerreir de todos, pues la costumbre era que la mujer caminara, aunque estuviera embarazada, y el hombre cabalgara. Por supuesto que quien diseñó la tarjeta lo hizo imaginando la escena con una mente occidental actual y no con una mente judía del siglo I.
El tercer mito es el de la Santa Cena, tal y como se ve en el famoso mural de Leonardo da Vinci. Esta obra, que para algunos es la más grande pintura del mundo y que le tomó a Leonardo diez años, desde 1488 a 1498, dista mucho de la realidad bíblica, pues ignora detalles como el de la mesa, el mantel, el pan, la vajilla, las vestiduras y la majestuosa casa con ventanales. Todo lo que se aprecia en la obra pictórica corresponde a la mente de un artista del renacimiento y no a la Jerusalén del siglo I.
Por ejemplo, los judíos del siglo I no usaban comedor, sino que ponían la comida en una vasija central sobre un tapete y luego se reclinaban sobre los cojines ubicados alrededor para poder comer. El pan de esa época no era como el de hoy en occidente, sino que era el típico pan judío que se consigue en los supermercados, el cual se parece a la masa de la pizza, por ser redondo y aplastado. Tampoco había vajilla, sino que se rompía el pan y se usaba como cuchara sacando el alimento de la vasija central. La casa judía del tiempo de Jesús no era tan grande y lujosa, sino pequeña, en forma de cubo y de una sola habitación, donde dormían, socializaban, cocinaban y comían.
Y por último, los discípulos y la Biblia jamás permitieron oraciones hacia María, un ángel o un santo, para que sirvieran de intermediarios ante Dios. Todas las oraciones del Nuevo Testamento eran en el poder del Espíritu Santo, dirigidas al Padre, y a nombre de Jesucristo, el único mediador autorizado por Dios. Para el Padre no existe otro mediador diferente a su Hijo Jesucristo, él no reconoce ni acepta a ningún otro, así lo dice en la Biblia en 1 Timoteo 2:5.
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Tomado de:
«Devocionales en Pijama”
de Donizetti Barrios
Derechos reservados de autor.