Por muy rica que sea una persona, por muy poderosa y famosa, en cualquier momento de su vida, como cualquier ser humano, tendrá que ir y tomar su lugar en el excusado, el lugar a donde todos llegamos para cumplir con una necesidad fisiológica. No importa si el baño es de oro o si la persona que lo usa es una celebridad, la tarea es igual en todos y está desprovista de todo glamur. Aunque el momento puede ser menos desagradable si el baño está bien decorado, iluminado, aseado y perfumado.
Aunque el tema de hoy parezca carente del candor que debe tener un devocional, no obstante subyace en él una interesante reflexión. En cierta ocasión el rey Saúl, según el relato bíblico, salió a perseguir a David y a sus hombres al desierto llevando consigo a tres mil soldados cuidadosamente seleccionados. Estando en la cumbre de los peñascos, por donde andan las cabras monteses, su majestad entró solito a una cueva por cuanto precisaba eliminar el desecho de la exquisita comida real.
El eufemismo bíblico dice que ingresó a cubrirse los pies, lo que en lenguaje coloquial quiere decir evacuar el vientre, ya que al agacharse para eliminar las heces en el suelo, el borde de su vestido baja y le cubre los pies. Y justamente cuando Saúl está sin ningún edecán o escudero, sin corona, sin arma en la mano, agachado, pujando, con el rostro colorado y totalmente indefenso, los guerreros de David que estaban con él escondidos en esa cueva le aconsejan que aproveche la situación y lo mate, que ese es un regalito que Dios le ha puesto en bandeja de plata.
Pero David sabe que si él cobra venganza por su mano, Dios ya no obrará su propia justicia y él de ahí en adelante deberá arreglárselas a su manera y no con la bendición de Dios.
Además dice que es incapaz de levantarse contra el escogido de Dios, lo cual no quiere decir que se haga ciego y tolerante ante las injusticias de un ministro de Dios, sino que su causa ya está siendo juzgada bajo principios divinos y no bajo la ira animal que clama sangre de venganza.
Qué bueno que podemos aprovechar la ocasión en que una personalidad cae en nuestras manos en un momento crítico de su vida para darle una lección de justicia y respeto, así como la recibió de David el apuesto, alto, corpulento e imponente rey Saúl.
Si quieres seguir recibiendo los «Devocionales en Pijama» cada día, en tu correo electrónico, o para que le llegue a un amigo, suscríbete a nuestro boletín gratuito en la parte superior derecha de esta página. Saber tu nombre, apellido y país, nos permitirá escribirte de manera personalizada y compartirte notas de interés en tu país.
Si quieres que seamos amigos en Facebook sólo marca «Me gusta» en la siguiente página: https://www.facebook.com/donizettibarrios
Ahora, si deseas disfrutar de buena música orgánica con sonido estéreo digital de alta resolución, da clic AQUÍ.
Tomado de:
«Devocionales en Pijama”
de Donizetti Barrios
Derechos reservados de autor.