(Hebreos 11:1).
Este devocional va dirigido a aquel que siempre ha querido una fórmula para aprender sobre la fe cristiana. Lo complicado es que dicha fórmula debe tener las siguientes cinco características: que sea fácil de entender, rápida de asimilar, bíblica de principio a fin, que no sea aburridora y que nunca se nos olvide.
Pues bien, mientras se inventan cápsulas milagrosas para aprender sobre la Biblia, a los maestros nos tocará seguir orando a Dios para que nos ayude en esta tarea y para que a través del Espíritu Santo nos dé más creatividad. Este es el intento de la fórmula para aprender sobre la fe bíblica:
La fe de la que habla la Biblia tiene una ecuación, para que nunca se confunda con el optimismo, con el ser positivo, con el poder de la mente y con la teología de la súper fe, que es la última moda y que dice que todo es posible si sólo lo deseas con vehemencia, lo crees en tu mente y lo confiesas con tu boca, porque siguiendo esos pasos a Dios no le queda más remedio que darte todo cuanto le pidas.
Así es que memoriza la siguiente declaración, que luego se sustentará bíblicamente para evitar herejías, como si un mago estuviera sacando doctrinas nuevas de su sombrero.
La fe y su ecuación: visión + oración + convicción = posesión.
La visión es lo que tú ves, pero no con los ojos físicos, sino con los ojos del espíritu. Si tú puedes ver algo materialmente, entonces no necesitas fe, porque la fe es para ver lo invisible. Y tu visión debe ser clarísima y apasionada. Pero cuidado, esa visión no es producida por la mente ni es una sugestión, sino que es dada por el mismo Dios, es sobrenatural.
Es por eso que muchos, alentados por algunos conferencistas a tener sueños y visiones, no reciben nada, porque sus sueños y visiones no son los de Dios, sino los suyos.
Santiago 4:3 dice que eso es pedir mal y por ello Dios no concede nada.
La oración debe ser la que guía el Espíritu Santo, no la que nuestra mente caprichosa le dicta a Dios como si fuera un camarero que viene a tomarnos el pedido.
Juan 14:13, Romanos 8:26 y Judas 20 nos enseñan que el Espíritu Santo nos guía en la oración que hacemos al Padre en el nombre de Jesús. Así es que la fe siempre va sobre rieles divinos.
La convicción es la completa certeza, la seguridad, la total certidumbre de que estamos orando conforme a la voluntad del Padre, y por consiguiente, no hay ni la menor duda de que ya tenemos respuesta afirmativa de parte de Papito Dios.
Santiago 1:6 y 1 Juan 5:14-15 señalan que el que duda nunca va a recibir nada de Dios, pero que el que ora conforme a la voluntad del Padre ya sabe que fue escuchado y que tiene, no que tendrá, sino que tiene, lo que ha pedido en oración. Y a eso es a lo que llamamos tener posesión.
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Tomado de:
«Devocionales en Pijama”
de Donizetti Barrios
Derechos reservados de autor.