En los tiempos bíblicos era muy común entre los judíos el encontrar huérfanos y viudas, pues usualmente el hombre fallecía estando su esposa muy joven y sus hijos sin tener la mayoría de edad.
Esto se debía a la costumbre de que el varón sólo se casaba cuando superaba los 30 años, mientras que las doncellas después de los 15 ya entraban en la edad casadera.
Y en una cultura en la que únicamente el hombre adulto era usado como mano de obra en el campo y la mujer y los menores de edad eran productivos sólo en su propia casa, la situación cuando fallecía el varón de un hogar se hacía sumamente complicada.
Es por tal motivo que con mucha frecuencia en diversos pasajes de las Escrituras Dios demanda de su pueblo que no se olvide de los huérfanos y las viudas, porque los tales viven desamparados, no tienen quién les provea sustento, y cualquiera puede aprovecharse de esa situación de indefensión por la que atraviesan.
Y en dicho contexto histórico y social es que Dios se levanta y se proclama como padre de huérfanos y defensor de viudas.
El autor del Salmo 68 en la Biblia es encargado por el Espíritu Santo de escribir que Dios, desde su santa morada, no se ha hecho ni ciego ni sordo ante las necesidades de este sector de la población, y que si a un jovencito se le ha muerto su papá, Dios llegará para cubrir ese vacío y sustentar a esa familia.
Y que si a una viuda la quieren engañar y se quieren aprovechar de ella porque no tiene un hombre que la defienda, Dios se erigirá como su defensor y vendrá para ser su soporte físico y emocional, porque Él sabe proteger y suplir al desprovisto.
Hoy en día es muy común encontrar en nuestra sociedad a muchos huérfanos con el papá vivo y a muchas viudas con el marido vivo.
Son aquellos hogares donde un varón, después que ha exprimido la belleza y juventud de una señorita, la deja tirada como a trapo sucio y con varios hijos.
Y lo hace por irse corriendo detrás de una chica más joven, impulsado por sus hormonas fuera de control.
Olvida que es él quien debe responder por una mujer y unos hijos.
Olvida que él no es un semental, sino un ser humano que nació varón y que sólo se hace hombre cuando asume su rol con los pantalones bien puestos.
¡Qué Dios tenga compasión de aquellos varones que aún se niegan a ser hombres!
¡Y gracias Señor Dios todopoderoso por esos huérfanos y por esas viudas que hoy en día pueden contar contigo!
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Tomado de:
«Devocionales en Pijama”
de Donizetti Barrios
Derechos reservados de autor.