(Juan 13:35; 1 Corintios 13:13).
Los métodos de identificación personal hoy en día se han refinado de tal manera que no sólo se usan las huellas digitales, la retina del ojo y la carta dental, sino hasta un simple cabello, con el cual se puede determinar tu ADN y saber si un niño es o no tu hijo. Y al igual que a nivel físico hay cómo comprobar la identidad de alguien, a nivel espiritual también existen maneras de verificar qué tipo de espíritu es el que gobierna a una persona.
El cristiano, antes que ser reconocido por su vestimenta, caminado, hablado, peinado y pescadito en el auto, debe ser identificado por su carácter amoroso. Sí, es la característica esencial del cristianismo. El amor fue lo que provocó que el evangelio existiera. Si Dios no nos amara de la manera tan inmensa como lo hace, no existiría el cristianismo.
Jesús enseñó que lo que distinguiría a sus discípulos de cualquier otro seguidor de cualquier otra religión del mundo, sería el amor. En cualquier religión los integrantes se profesan amor entre ellos y si uno se hace parte del grupo también se beneficia de ese amor corporativo. Pero en el cristianismo, como cosa rara, aún los enemigos de la fe reciben el regalo de ser amados, pues la doctrina cristiana enseña a sus miembros a amar también a los enemigos.
Se puede saber cuándo una persona está llena del Espíritu Santo viendo su fruto. Y el fruto de la llenura del Espíritu Santo tiene nueve características que se enuncian en la Biblia en Gálatas 5:22-23: amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. Y de las nueve características anteriores la capacidad más sobresaliente es el amor. El apóstol Pablo dice que el amor es el don más importante que hay en el cristianismo. Y que todos los dones algún día desaparecerán, pero el amor, jamás. Y agrega también que de las tres virtudes del cristianismo que son la fe, la esperanza y el amor, la más importante es el amor.
Del apóstol Pablo podemos aprender muchas cosas, tales como la importancia del conocimiento bíblico, el estudio juicioso de Las Escrituras, la revelación de Dios y la teología de la gracia. Pero él mismo se encarga de señalar que el mucho conocimiento sin amor es un peligro, porque el conocimiento solo puede envanecer; en cambio, cuando alguien logra un doctorado en el amor, allí no hay ningún riesgo, porque el amor de Dios derramado en su vida lo llevará a hacer siempre la voluntad del Señor.
Es imposible encontrarse con un verdadero cristiano que no destile amor en su mirada, en su trato, en sus gestos, en sus palabras y acciones. No hallar esa virtud tan importante en un seguidor de Jesús nos hace dudar de la genuina conversión de tal persona.
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Tomado de:
«Devocionales en Pijama”
de Donizetti Barrios
Derechos reservados de autor.