Esa noche cuando sus padres oraron por él y se disponían a arroparlo en su pequeña cama Marcelito los sorprendió con una pregunta: ¿Papá, mamá, está mal que yo disfrute de las cosas mientras otras personas sufren por no tenerlas?
Su mamá se quedó sin palabras, no entendía la naturaleza de su inquietud, así que le preguntó a qué venía ese cuestionamiento, por lo cual el niño les contó que en la escuela la maestra les había mostrado un video en el que aparecían niños de muchos países que sufrían diariamente por ser muy pobres y padecer hambre. Y que en cambio muchos jovencitos en otros lugares desperdiciaban la comida y no eran agradecidos ni con Dios ni con sus padres.
El padre de Marcelito se arrodilló entonces junto a su cama para quedar a la altura de su rostro y le dijo: Hijo, lo que te dijo la maestra es verdad, muchos niños en el mundo están sufriendo porque no tienen nada para comer. Y lo más triste es que incluso se mueren de hambre. Pero ello no significa que esté mal el que tú disfrutes de la comida que te damos en casa o que compramos en algún restaurante. El que tú te sientas mal no ayuda en nada a resolver ese problema. Más bien debes estar muy agradecido con Papá Dios que nos da muchas cosas buenas y lindas para que las disfrutemos. Mira hijo, aunque nosotros no seamos una familia adinerada, sino sólo acomodada, sí podemos tomar en cuenta el consejo que le da la Biblia a los ricos que profesan la fe cristiana.
La Escritura no les dice que se sientan desgraciados por tener las riquezas que otros no poseen, sino que en lugar de poner la esperanza en esos bienes materiales, la pongan en el Señor, quien les da esos bienes en abundancia para que los disfruten. Fíjate bien, para que los disfruten.
Y les pide que no sean unos arrogantes que se dan aires de superioridad, sino que sean sencillos y generosos, no tacaños, sino muy dadivosos, que compartan con el necesitado, que no cierren su corazón ante las necesidades de otros, para que así hagan tesoros en el cielo.
Marcelito, Papito Dios no quiere que nos amarguemos la vida con las cosas buenas y lindas que nos da, sino que seamos agradecidos, las disfrutemos y las compartamos con nuestro prójimo, que son los próximos, los cercanos que Dios pone a nuestro lado para bendecirles. Y no necesitamos ser multimillonarios para seguir esta bella enseñanza”.
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Tomado de:
«Devocionales en Pijama”
de Donizetti Barrios
Derechos reservados de autor.