(Salmos 34:19).
Cuando Felipe entró a la cocina para ayudarle a su esposa a secar los platos le comentó:
– Le quise hacer un chiste a Luisa y me salió adelante. Y me dejó pensando…
– ¿Cuál chiste?
– Pues como vi sobre su escritorio el libro de matemáticas que estaba usando le dije que si sabía por qué el libro de matemáticas se había suicidado. Y como no supo le contesté que porque tenía muchos problemas. ¿Y sabes qué me dijo? Bueno Papá, pero el libro mío no, porque tiene todas las soluciones en las páginas finales. Y además porque esos problemas son para nuestro bien, para enseñarnos practicando.
– Es verdad, mi amor. ¿Y por qué te dejó pensando eso?
– Pues porque así pasa en nuestras vidas Nancy. Todos los problemas con los que lidiamos a diario no son para fastidiarnos, sino para hacernos mejores, para ver la mano de Dios obrando prodigiosamente en cada uno de ellos. Además, fíjate bien, en las páginas finales de todos los problemas están las soluciones, sólo que nosotros no tenemos la capacidad de ir al futuro, a las páginas finales, y ver cómo se resuelven. En cambio Dios, quien es el autor, sí sabe perfectamente cómo es cada solución.
– Bueno, se supone que con los conocimientos que tienes estás en la capacidad de resolver cada problema
– Correcto Nancy, pues la Biblia dice que Dios nunca va a permitir que venga sobre tu vida una carga que tú no puedas sobrellevar. Jamás Dios va a permitir que tengas un problema para el cual no tengas el suficiente conocimiento o fe para resolverlo
– Aunque a veces, Carlos, la verdad es que no sabemos cómo resolver un asunto.
– Pero el que no lo sepamos en ese momento no significa que no tiene solución, sí la hay, y está en las páginas finales, sólo que no la conocemos. Y es allí donde entra a trabajar la fe, que es creer, confiar, estar seguros de que Dios ya tiene la solución para cada problema, aunque no la veamos en ese instante. Lo que debemos hacer es tener fe, descansar en Él y dejar que nos guíe. Y es lo que hemos visto siempre en nuestra vida, que aunque los problemas del justo son muchos, de todos ellos le libra Dios.
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Tomado de:
«Devocionales en Pijama”
de Donizetti Barrios
Derechos reservados de autor.