El invierto es duro, tormentoso y requiere ser anticipado.
El invierno, se caracteriza por emociones como el dolor, el enojo, el desaliento, la soledad, la frustración, el rechazo, y actitudes violentas y destructivas, termina con la cercanía y llena a la pareja de amargura. En esta estación muchas parejas se disuelven.
El invierno puede ser intenso, con lluvias torrenciales que tienen la capacidad de destruir en cuestión de días, por eso debe ser anticipado. Hay que limpiar los desagües, tapar las goteras, prepararnos para las lluvias con viento y sobre todo, ser preventivos con las tormentas.
En el invierno hay desprendimiento, por lo tanto las personas han alcanzado la auténtica realización del ser. Los dos se conocen a la perfección, y saben cómo van a responder ante las crisis. Casi pueden repetir de memoria los diálogos que les han identificado por años. Por esto, es indispensable conocer la regla del paso de los años. Los años acentúan las cosas, y las hacen intensas. Por todo esto, lo que hay que cambiar debe lograrse antes del invierno, porque en el invierno, las personas son como son.
El invierno es íntimo, porque hace que las personas se encuentren para protegerse mutuamente, y calentarse el uno con el otro, es místico y el amor se vuelve más verde que nunca. Lo seco se marchita, para dar paso a un verde intenso, el invierno está lleno de vida porque la lluvia a llegado para rociar de fuerza los campos.
¿Cómo es el invierno matrimonial?
En el invierno del matrimonio, las personas se vuelven reflexivas, y saben que los últimos años han llegado. Es una época de recuento y hay momentos donde quisieran devolverse en el tiempo para vivir lo que piensan que debieron haber experimentado.
Es el tiempo de la adultez matrimonial, donde hay integración, pero a la vez existe un sentimiento de desesperación, por las cosas que sienten que les falta por vivir.
Llegó el momento de vivir sin resentimiento ni amargura, porque ya no hay tiempo para esperar el cambio, ahora simplemente somos.
Es el tiempo de hacer las paces, porque nos sabemos defectuosos y gastados en cuanto a lo físico, pero llenos de vida en el espíritu. Por eso, la adultez no es un enemigo, puede ser el mejor momento para vivir plenamente nuestra vida. Ahora lo valioso ya no cuesta tanto; apreciar ver el atardecer tomados de la mano. Caminar en un parque y mil cosas más.
Entre más temprano entremos a un estado de conciencia, donde valoremos a plenitud lo que somos y tenemos, la vida podría volverse más plena y feliz.
Se requiere fuerza y mucha paz para vivir la edad adulta, porque es la época de las pérdidas, se pierde la salud, la memoria, los aplausos de ayer, y las energías. Se comienzan a perder los seres queridos y toda pérdida es dolorosa.
El invierno es bello porque está lleno de recuerdos y estos llenan de alegría el corazón. El invierno es una época de contemplación.
¿Qué características tiene el invierno matrimonial?
- 1. Llegó el momento de la menopausia y de la andropausia, no sólo en lo biológico, sino también en lo psicológico.
- Si la vida ha sido disfrutada y se ha anticipado el invierno, la vida sigue casi normal.
Pero si la vida ha sido un conflicto permanente, podría el cónyuge convertirse en una persona fría, irritable y también indiferente. El hombre experimenta un declive en su virilidad. Pero antes de darse este declive, el hombre podría pasar su última crisis. Es así como vemos a hombres buenos toda su vida experimentar una extraña aventura extramatrimonial. Por eso, si el matrimonio está viviendo una crisis de indiferencia en ese momento, podría ser combustible para empujar al hombre a justificar su actitud irresponsable.
2. Renacerá el amor. Si el matrimonio está experimentando una armonía plena, vencerá con facilidad las dificultades propias de este momento, porque prevalece el compromiso y la cordura de la madurez.
3. Los mejores amigos. Es el tiempo lo que convierte al matrimonio en los mejores amigos, suelen compartir de forma natural la ternura, el halago y las conversaciones se vuelven intensas. Así mismo surge el silencio reflexivo, ahora parece que no tienen mucho que decir para sentirse bien el uno con el otro, ellos simplemente son amigos. Es un amor reposado, sereno, complaciente y contemplativo.
4. Son uno. La cereza del amor, es entonces cuando la relación es totalmente fuerte, es una unidad conquistada con el tiempo. Sí, el amor es trabajo, perseverancia, y ahora reposa, porque se saben uno. La armonía es profunda y experimentan paz el uno con el otro. Los hijos han crecido, las crisis se han superado, las vidas se han fundido.
5. Viven pacientemente juntos. Se saben llevar, la ternura se multiplica, se extrañan, y se encuentran. Es el principio del fin y ambos lo saben, por eso, se toman de la mano y se acarician. El tiempo es limitado y ambos lo presienten. El amor maduro es una victoria, solo los héroes lo experimentan, han superado las crisis y están juntos. El amor ganó.
6. El amor ahora es caridad. La caridad es la forma más pura del amor, es desinteresado, y completamente generoso. Ahora el amor no es una aspiración, ahora es real, porque es auténtico, genuino, inocente y sin engaños. Estamos juntos y eso es lo importante. Ahora nos amamos.
CONCLUSION
Cada una de estas estaciones tiene oportunidades de crecimiento para los dos, y siempre tenemos la oportunidad de anticipar los momentos difíciles, y extender las buenas estaciones de la vida.
Algunas estrategias que nos pueden ayudar a aprovechar mejor el momento que vivimos y a mantenernos por mucho tiempo en las mejores estaciones del matrimonio podrían ser:
- Conviértase en alguien con quien sea agradable vivir.
- Pida perdón por los errores del pasado.
- Identifique el lado positivo de su cónyuge.
- Aprenda a comunicar amor en el lenguaje de su cónyuge.
- Desarrolle el arte de escuchar.
- Ayude a su cónyuge a alcanzar el éxito personal.
- Descubra y acepte positivamente las diferencias.
- Decida ser una influencia positiva para su cónyuge.
Cuando nos ponemos a reflexionar sobre el amor, existe siempre un peligro: la idealización, tratándolo como si fuese una especie de ensueño. Tal actitud no sirve de nada. El amor es una realidad, no un sueño. El amor no debe ser soñado, sino vivido. Y la vida es crecimiento constante, conocimiento mutuo. Este crecimiento se realiza en el tiempo. Y en el tiempo hay primavera, verano, otoño e invierno. Cada estación es necesaria para que el amor madure y crezca. El amor que no crece, tiende a morir y se vuelve indiferente.
El amor requiere ser sembrado, regado, limpiado, madurar, para ser cosechado y disfrutar los frutos. Definitivamente el amor requiere de las diferentes estaciones para desarrollarse. Si el amor no se cuida con detalles y perseverancia, tiende a secarse y lentamente muere.
El amor, al caminar por el tiempo experimenta transformaciones, porque al igual que todo, nace, crece, madura y envejece. Por eso decimos que el matrimonio que se ama, no siempre se amará de la misma manera. Existen sueños, avances y retrocesos, momentos de crisis y de reconciliación, viven en tensión y también en una gran calma. Esto impone a los matrimonios a no descuidar la relación para anticipar los momentos críticos.
¿Cuál de las cuatro estaciones es la mejor? Cada estación tiene su propio encanto y su razón de ser. Todos tenemos que pasar por las cuatro estaciones para alcanzar la madurez en el arte de amar.
En la primavera, el amor es tierno y lleno de sueños, es la aurora del amor. Aquí nace la ilusión.
En el verano, el sol sale para el amor, es tiempo de bondad, paciencia, respeto, ayuda mutua, entrega y sacrificio. Es el medio día del amor.
En el otoño se caen las hojas y el amor se desprende de todo para vivir un amor lleno de reflexión, es un tiempo de interiorización, es clave y definitivo. Casi es un amor a solas conmigo mismo. Es un amor maduro, y sereno. Es un tiempo donde el fruto está maduro y listo para ser triturado y experimentar transformación.
Es en el otoño donde se recoge lo que se sembró en la primavera y se limpió en el verano.
Es en el invierno, donde el amor pasa por el desgaste del tiempo, surgen las enfermedades físicas, pero el alma cobra una belleza profunda. Se han superado las principales crisis; la desilusión, el silencio que castiga y la indiferencia. Por eso se dice que es en el invierno donde se celebra la victoria del amor y surgen los frutos propios del amor; paz, gozo, serenidad y generosidad.
Dios nos conceda vivir un amor que madura con el tiempo. Un amor lleno de esperanza, disfrute y calma.
Fuente: Enfoque a la Familia