Según el énfasis que una persona haga cuando se exprese oralmente cambiará el significado de lo que comunica. Si por ejemplo dice “¡Ay!” puedo pensar que se está quejando. Pero si dice “ahí”, es porque señala algo. Y si dice “hay” es porque algo existe. Con las tres palabras pudiera decir: “¡Ay señora! Déjelo ahí, no hay de qué preocuparse.”
Hacer los énfasis correctos es importante para comunicar con exactitud un pensamiento o sentimiento. La palabra “mamá” dicha de diez maneras diferentes significará diez cosas muy diferentes. Se pudiera decir con ternura, admiración, reproche o implorando ayuda.
Cuando anunciamos a Cristo es importante pensar en qué enfatizamos de él, cómo lo presentamos ante el público. En mi caso, a veces soy presentado como periodista, en otras ocasiones como locutor, pastor, profesor, o el esposo o el papá de. A Jesucristo, el Hijo de Dios, lo podemos presentar como: sanador, proveedor, salvador, perdonador, Dios, intercesor, libertador, ayudador o Alfa y Omega. Todo depende del auditorio, el lugar y las circunstancias.
Sin embargo, al escudriñar en la Biblia encontramos que el énfasis que se hacía en Cristo estaba en mostrarlo como el Hijo de Dios, el Mesías y el enviado del Padre. Sí, sanó enfermos, pero como algo adicional, como una de las señales de haber creído en él. Liberó endemoniados, sí, pero como otra señal más. Resucitó muertos, sí, pero como otra añadidura, no como el énfasis, puesto que el resucitado algún día moriría de nuevo.
Los apóstoles enfatizaron que Cristo era el Señor, el amo, el único y verdadero Dios, el Todopoderoso, el único que podía perdonar pecados y salvar las almas. Que estaba vivo y a la derecha del Padre, que era el Jefe supremo de la iglesia y que pronto regresaría. Las sanidades, liberaciones, resurrecciones y otros milagros llegaban como añadiduras, no como énfasis.
Hoy tenemos a un mundo con una imagen distorsionada de Cristo ya que estamos enfatizando las añadiduras de Él y no a Él como persona. Oímos decir por ejemplo que si le das cien dólares, Él te devolverá mil, y que si le das tu vida Él te dará esto o aquello.
Y claro que lo podemos presentar estratégicamente de diversas maneras, pero procurando enfatizar lo que Él y sus apóstoles enfatizaban, así no tendremos cristianos mediocres que buscan el milagrito de Dios en lugar de buscar al Dios de los milagros.
¡Ya no persigas añadiduras! Jesucristo nos enseñó que primeramente buscáramos a Dios y su justicia y que todas las demás cosas nos serían añadidas.
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Tomado de:
«Devocionales en Pijama”
de Donizetti Barrios
Derechos reservados de autor.