(Proverbios 22:3; 1 Corintios 10:12).
Cuando Camila dijo que Roberto era sólo un amigo, que entre ellos no había ninguna atracción y que por lo tanto quedarse solos en su casa no representaba ningún riesgo, estaba siendo sincera. Cuando Luis aclaró que con su secretaria había sólo amistad y que lo único que hacían algunas veces era tomar un refresco y compartir acerca de sus vidas, de cuánto él amaba a su esposa e hijos y de cómo ella amaba a su novio, estaba siendo sincero.
Y cuando Martina expresó a sus padres que a ella no le gustaba el licor, que odiaba las drogas y que lo único que hacía era pasarla bien con sus amigos, aunque a veces ellos se excedían en sus locuras, estaba siendo sincera. Camila, Luis y Martina no veían nada malo en lo que hacían y es por ello que nadie les podría hacer un reproche. Los tres ciertamente fueron muy sinceros en esos momento de sus vidas.
Camila lo fue siete meses antes de embarazarse de Roberto, un chico que ni siquiera le gustaba y que no estaba dispuesto a abandonar sus estudios para dedicarse a ser padre. Luis también lo fue un año antes de abandonar a su esposa e hijos para irse a vivir con su secretaria, una joven con la que disfrutaba conversar y tener un romance prohibido. Y por último Martina también fue muy sincera cinco meses antes de perecer en un accidente donde sus cuatro amigos también murieron alcoholizados y drogados después de impactar de frente contra un camión.
¿Pero por qué todo tiene que ser tragedia? No, no todo tiene que ser tragedia, podemos evitarlas, podemos aprender a decir “No” cuando se debe y así evitarnos dolores de cabeza, sufrimientos y desgracias innecesarias.
Hay pruebas que Dios permite, hay ataques que el diablo nos lanza y hay males que nosotros mismos nos buscamos. Si una señora ha estado planchando ropa toda la tarde y sale acalorada a la calle y recibe la lluvia y se enferma, no está bien que diga que su mal es una prueba de Dios, o que Satanás la está atacando. Es mejor que sea honesta y reconozca que se enfermó por su falta de cuidado.
Proverbios en la Biblia enseña que el hombre sabio ve el peligro y lo evita, en cambio el necio sigue adelante y sufre las consecuencias. No permitas que una serpiente se te envuelva en el cuello sólo porque el masaje es placentero. ¡Arráncala de ti! Ese es el desagrado de vivir consagrado, aunque te digan: “¡Ay, cuidado santurrón!”.
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Tomado de:
«Devocionales en Pijama”
de Donizetti Barrios
Derechos reservados de autor.