¡Qué gran artista es nuestro Dios! ¡Cuán increíble es como creador! ¡El universo que Él ha hecho no tiene nada de monótono! ¡Jesucristo, el Supremo artífice, no es nada aburrido, ni ha hecho las cosas repetidas, ni en serie, ni en blanco y negro!
Al observar por ejemplo el reino animal, y dentro de ese reino la categoría de las aves, uno se sorprende de la gran variedad de especies que existen, con diferentes formas del cuerpo, patas y picos; y diferentes tamaños, colores, texturas y sonidos que emiten.
¿Por qué entonces los cristianos tienden a ser todos iguales, a hablar igual, a orar igual, a vestirse igual, a peinarse igual, a predicar igual? ¿Será pecado ser diferente? Sí, es pecado, pero no un pecado bíblico, sino cultural, por violar una costumbre, no un mandato bíblico.
Dios nunca pidió que los cristianos fuésemos iguales, lo que sí pidió encarecida y repetidamente fue que estuviésemos unidos. El Señor quiere la unidad de su iglesia, no la uniformidad. De manera que si los cristianos nos clonamos, nos volvemos aburridos, monótonos, rutinarios y repetitivos, no es por culpa de Dios, sino de nosotros, de la cultura religiosa, de la costumbre, de los hábitos de imitar lo que vemos y oímos en los demás.
Sobre la forma estereotipada como hablan algunos cristianos habría que acotar que jamás a una persona se le lleva a un salón de una iglesia y se le dice:
“Por favor, escribe en tu cuaderno estas palabras que son las que de ahora en adelante vas a usar siempre y así poder matar tu creatividad y asesinar el buen uso del castellano: amén, gloria a Dios, para la honra y gloria del Señor, cuántos están gozosos, levanta tus manos, dile al que está a tu lado, y a su nombre, quién vive, repite conmigo, cierra tus ojos, en esta preciosa mañana, oh mi amigo y hermano, qué tremendo, santo, es maravilloso, qué glorioso, etc.”
No, en las iglesias nunca se obliga a nadie a repetir ciertas fórmulas para hablar, ni se le exige a los nuevos que sean clones de los viejos. Lo que pasa es que las costumbres y formas religiosas se aprenden sin querer debido a que se hacen muy repetitivas, rutinarias y automáticas.
Aparte de que no se incentiva la creatividad. Y los nuevos cristianos piensan que aprender la cultura evangélica es ser más espirituales, pero no es así, más bien lo que hacen es anular la singularidad que el Señor les ha dado.
Un expositor contaba que cuando por primera vez él y sus compañeros marcharon en el ejército, todo fue un desastre, se desorganizaron. El general entonces ordenó cerrar los ojos y guiarse sólo por su voz. Cuando los abrieron estaban todos derechitos, muy bien alineados.
¿Por qué? Porque dejaron de mirarse entre ellos y siguieron sólo la voz del comandante.
¡Qué bueno que dejemos de copiarnos los unos a los otros y sigamos sólo la voz de Dios!
¡Aceptemos nuestra singularidad! ¡Dios nos ha hecho originales!
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Tomado de:
«Devocionales en Pijama”
de Donizetti Barrios
Derechos reservados de autor.