(Efesios 4:22-24; Filipenses 4:7-8).
En la universidad de Stanford han hecho un maravilloso descubrimiento el cual publican en la revista Neurone (neurona) y es que el cerebro humano es mucho más complejo de lo que se pensaba. Una sola persona con un cerebro normal tiene más conexiones que las que tendrían todas las redes físicas del mundo. Estamos hablando de que dentro del cráneo de cada ser humano hay miles de billones de microprocesadores que almacenan y procesan la información.
¿Sorprendido? No es para menos, pues sí la computadora que tienes en tu escritorio, que estás pagando a cuotas y que te sorprende por lo que hace, sólo tiene un microprocesador, cómo sería si pudieras comprarte miles de billones de esas máquinas en instalártelas en formato súper reducidísimo debajo de tu cabello. Ya tienes esas miles de billones de computadoras dentro de tu cabeza y no le debes un centavo a nadie por ello, ha sido un regalo de papito Dios.
Volviendo con el estudio, los científicos han echado por tierra la vieja teoría de que cada sinapsis (la conexión entre las neuronas) actuaba como el interruptor binario de la luz, es decir, o estaba prendido o estaba apagado. Porque gracias a un mapa en tres dimensiones que han podido hacer del cerebro y que muestran en video, cada sinapsis es más como un microprocesador que almacena, procesa la información y a su vez cuenta con miles de interruptores en escala molecular. Ahora intenta multiplicar esto en tu calculadora, si tenemos miles de billones de sinapsis y cada sinapsis puede tener mil interruptores, ¿cuántos dispositivos para almacenar y procesar información podemos tener entre el cuello y la coronilla?
Ah, pero un momento, así como la computadora puede ser usada para editar audio o video, para llevar contabilidad, para navegar en internet, para hacer música, para dibujar, para hacer fotografía, para transferencias bancarias y miles de cosas más, igual el cerebro se puede usar para lo que sea, bueno o malo. ¿De qué depende?
Del software (programa) que le instales. La madre Teresa de Calcuta y Hitler tenían un cerebro básicamente igual de fábrica, sólo que Teresa lo programó con la bondad de Dios, y Hitler con el odio del que es homicida por siempre, el diablo.
Así es que déjate de cuentos y no digas que eres lento para aprender, o que eres tonto, o que no sirves para nada. Ya deja de criticar la obra de Dios y de insultarte a ti mismo. Por el contrario, reconoce todo lo bueno que Dios te ha dado y todas las habilidades que ha puesto en ti y que no has desarrollado plenamente. Y reflexiona sobre tu estancamiento, a qué se debe.
Piensa si es porque eres un perezoso, o un acomplejado, o porque estás llenando tu cabeza de basura. ¡Ejercita tus neuronas, llénalas de Dios, de su Palabra y de cosas lindas!
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Tomado de:
«Devocionales en Pijama”
de Donizetti Barrios
Derechos reservados de autor.