La palabra navidad significa natividad o nacimiento y con ella se denomina a la fecha del 25 de diciembre, cuando se celebra el nacimiento de Jesús, que es Dios mismo en forma humana. Su nombre Jesús o Jeshua, en hebreo, significa salvador, puesto que su misión al venir al mundo es salvar a los seres humanos que crean en Él. ¿Y salvarles de qué? De la condenación eterna. Y a cambio, llevarles al cielo para que vivan por siempre con Él.
Pero la navidad no siempre se ha celebrado el 25 de diciembre. En el siglo II se festejaba el seis de enero, que era la fecha de Epifanía del dios Dionisio. Y a partir del siglo IV, al imperio romano legalizar el cristianismo, y al mezclarlo con varias costumbres paganas, se decidió que en lugar de celebrarle el natalicio a Mitras, una deidad de origen persa, se le celebrara el nacimiento a Jesús, el Dios cristiano de origen judío.
Pero la verdad sea dicha y es que Jesús no nació en diciembre. En esa fecha en Israel están en invierno y no hay pastores ni ovejas en la pradera, sino que el ganado está guardado. Y según el relato bíblico al nacer Jesús los ángeles se les aparecieron a los pastores en el campo para darles las buenas nuevas de gran gozo.
La fecha más indicada de nacimiento del Salvador fue el mes séptimo de los judíos, cuando celebraban la fiesta de las cabañas o de los tabernáculos. En nuestros almanaques eso equivale a los meses entre septiembre y octubre.
Y dicho cálculo se puede hacer tomando en consideración el nacimiento de Juan el Bautista, quien era seis meses mayor que Jesús, y la fecha del turno en que su padre, Zacarías, ministrara como sacerdote a Dios y le fuere avisado de parte del Señor que Elizabeth, su esposa, quedaría en embarazo de Juan, lo cual aconteció tan pronto regresaron a casa después de las fiestas religiosas.
Pero dejando a un lado los asuntos de las fechas, volvamos al mensaje central de la navidad, el cual es el milagro y misterio de la encarnación, lo cual quiere decir que Dios, que es Espíritu, tomó forma humana y vino a este planeta a vivir entre los humanos para salvarlos de la condenación infernal y regalarles a cambio una nueva vida terrenal y otra en el cielo que es eternal.
Que no se nos olvide que el verdadero motivo de la navidad es Jesucristo entre nosotros, y que ni el mítico Santa Claus, ni las fiestas, ni las luces, ni las comidas, ni los regalos, lo podrán reemplazar.
Celebrar la navidad, o la natividad, o el nacimiento de Jesús, sin hacer de Jesús el centro de atención, es como celebrar un cumpleaños sin el cumplimentado, y eso es sólo para el despistado.
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Tomado de:
«Devocionales en Pijama”
de Donizetti Barrios
Derechos reservados de autor.