En Apocalipsis 3:20 Jesucristo invita a todo ser humano a que le permita entrar a su vida y cenar con Él, lo cual, para la mente de un rabino judío de su época, significa tener una íntima y profunda relación de amistad, de compañerismo y hermandad, y no solamente engullir una comida rápida. Por ello es importante considerar que al cenar con el rabino Jesús hay que hacerlo al estilo suyo y no al nuestro.
Hoy en día, debido a la premura con que se vive, la gente toma su alimentación no como quiere, sino como le es posible en cada circunstancia particular de su vida, por lo cual algunos comen mientras trabajan en su escritorio, otros en un auto, otros en la banca de un parque y otros de pie en la calle.
En los evangelios, en unas ocho ocasiones, cuando se muestra a Jesús o a sus amigos tomando la cena, la expresión que se usa es: “sentados a la mesa”. Lo cual, para nuestra mente occidental actual, es un comedor de varios puestos en el que cada uno toma su silla.
Pero para mayor exactitud, los verbos griegos “anakeimai” y “sunanakeimai”, que aparecen en los evangelios, se refieren no precisamente al hecho de sentarse a la mesa, sino a reclinarse a la mesa, y la justificación no es sólo lingüística, sino histórico-cultural. La costumbre en los tiempos de Jesús era que los comensales se reunieran en torno a la mesa que podía ser una tabla a escasos centímetros del suelo o un tapete, y sobre ellos se ponían las vasijas con los alimentos para que cada uno se sirviera.
No había sillas sino reclinatorios, y sobre ellos se recostaba la parte izquierda del cuerpo y se dejaba libre la parte derecha para poder comer. Esta costumbre era muy rigurosa sobre todo en época de la pascua, pues simbolizaba que los judíos eran libres y se podían reclinar para ser servidos y no para servir, a diferencia de las mujeres, niños y esclavos que comían de pie o de otras formas para estar listos a servir.
Así es que cuando Jesús viene a morar en el corazón de un cristiano, éste debe tener presente que ya no es esclavo, sino libre, Hijo de Dios, y que por ello puede reclinarse a la mesa y comer con el Rey de Reyes y gozar de todos sus manjares y atenciones espirituales que los ángeles han dispuesto para su Señor y sus invitados de honor.
Y recuerda que no se trata sólo de comer, sino de tener intimidad con Papá, recostados, sin afanes, sin prisa, sin pensar en la cuenta, sólo en Él.
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Tomado de:
«Devocionales en Pijama”
de Donizetti Barrios
Derechos reservados de autor.