La historia de Christian es la misma de millones de jovencitos que un día decidieron dar la probadita de las drogas sin saber que se embarcaban en un viaje sin retorno. La falsa filosofía de que hay que probar de todo en la vida es un terrible engaño, pues eso es lo que el distribuidor de drogas necesita, que el cliente potencial sólo le dé una probadita, una nada más, eso es todo.
Es por ello que insisten tanto en que el bobito de turno les reciba la primera dosis. Incluso están dispuestos a regalársela. Y hasta le encimarían un premio con tal de que se las reciba. Es allí donde las influencias juegan un papel clave, pues una chica bien hermosa, o un muy buen amigo, son los instrumentos ideales para convencer al que aún está dudoso. Y una vez que el incauto dio la probadita, listo, la misión se cumplió, ya fue esclavizado, porque de ahí en adelante su mismo cuerpo se encargará de exigirle más y más y más droga.
¿Y cómo conseguirla? Como sea, robando, prostituyéndose, o vendiéndola. Al fin y al cabo ya es un esclavo, aunque no lo admita. Afortunadamente para Christian su destino dio un giro de 180 grados el día en que se topó con un personaje que pudiera parecer cualquier malandrín, menos un predicador.
El joven se le acercó y le invitó a darse unos “pases”, que es como le llaman los adictos a consumir una dosis de cocaína. Pero cuando estaban en la parte más escondida de un parque, el casual amigo sacó de su chaqueta de cuero un celular y con toda parsimonia abrió la aplicación de la Biblia Electrónica y leyó:
“Jesús se dirigió entonces a los judíos que habían creído en él, y les dijo: Si se mantienen fieles a mis enseñanzas, serán realmente mis discípulos;y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres”.
Luego le explicó que el Espíritu Santo es un ser real, sólo que es espíritu. Y que en el griego del Nuevo Testamento se le llama el “Pneuma” de Dios, lo cual significa soplo, aire, viento.
Por ello al médico especializado en los pulmones se le llama neumólogo. Y a las gomas de los autos se les llama neumáticos, por estar llenas de aire. Aspirar al Espíritu Santo en una buena dosis, cada día, y gratis, es la mejor adicción que alguien pueda tener, ya que no te mata, sino que te da vida, y vida eterna.
De esta manera Christian llegó a Cristo y pudo ser libre de su vicio. Y hoy, con la misma estrategia, él está rescatando a otros chicos.
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Tomado de:
«Devocionales en Pijama”
de Donizetti Barrios
Derechos reservados de autor.