(Salmos 127:1; Santiago 4:13-15; Proverbios 16:3 )
“Año nuevo, vida nueva, más alegres los días serán, año nuevo, vida nueva, con salud y con prosperidad”. Con este fragmento de la canción de la Billo’s Caracas Boys iniciamos ayer una reflexión que citaba que para que dicha tesis se hiciera realidad había que trabajar con el pasado y el futuro. Del pasado ya hablamos, por tanto centrémonos ahora en el futuro.
Si nuestra vida es como un tomo de 365 páginas para cada año pudiéramos afirmar entonces que tenemos una obra por escribirse, una gran cantidad de hojas en blanco sobre las cuales escribir cada día. Así es que tengamos mucho cuidado en que las cosas que día a día se vayan plasmando allí sean positivas y enriquecedoras para cualquiera que pudiera leerlas. De ninguna manera permitamos que se consignen hechos, palabras o pensamientos de los cuales pudiéramos avergonzarnos.
Ahora, una vida se vive por años. Y un año se vive por meses. Y cada mes se vive por semanas. Y cada semana se vive por días. Y cada día por horas. ¿Y qué quiere decir eso? Que construimos un destino hora tras hora. Por ello piensa en el año o los meses sólo cuando estés planeando; y ocúpate mejor de lo que harás con las 24 horas de cada día. A todo el mundo, a ricos y a pobres, cada día se nos consignan 24 horas. De manera que no las gastes, sino inviértelas, sácales provecho, hazlas producir.
Aún pudiera parecerte que el tiempo que tomas para dormir, asearte, comer, hacer deporte y desplazarte de un lugar a otro pudiera ser perdido, pero no lo es, porque el sano esparcimiento es necesario para mejorar la productividad. Y si duermes bien, comes bien y haces deporte, vas a tener buena salud, te vas a ahorrar dinero en médicos y medicinas, no vas a perder tiempo en hospitales y vas a vivir mejor. A estas alturas, si ya eres consciente de que el manejo del tiempo debe ser sabio, ya tienes una buena base para diseñar tu futuro, pues hasta los minutos que inviertes en leer un buen libro o estudiar te darán fruto en su tiempo y podrás comer de ese fruto. Bien dice la Biblia que lo que el hombre sembrare eso cosechará, por lo tanto hay que pensar en plantar buenas semillas, es decir, en hacer sabias inversiones del tiempo.
Acto seguido es preciso planear, trazar metas y rutas. Cuando un velero no sabe a qué puerto llegar ningún viento le es favorable. Y los hombres de grandes hazañas son aquellos que cruzaron puentes antes de llegar a ellos. ¿Y qué quiere decir eso? Que en sus mentes se anticiparon a lo que podría pasar, vieron con antelación las circunstancias y se prepararon eficientemente para hacerles frente. Pero cuidado, planear no es poner por escrito lo que a mi mente se le antoja, sino rendir mis deseos a la voluntad de Dios y pedir que nos ilumine la meta y las rutas de llegada.
El Salmo 127:1 dice que si Dios no construye una edificación, en vano trabajan los edificadores. Y eso lo que quiere decir es que cuando un asunto no está en la voluntad de Dios, aunque se duplique el esfuerzo, el tiempo y el dinero, todo será infructuoso. En Santiago 4:13-15 el autor se lamenta de aquellos que hacen planes de ir a un lugar y otro a hacer negocios sin siquiera saber si Dios les va a conceder o no la vida, por lo que aconseja que digamos siempre que si es la voluntad de Dios haremos esto o aquello. Y en Proverbios 16:3 se nos invita a poner todos nuestros sueños y planes en las manos de Dios, para que nuestros planes se afiancen y Dios los lleve a feliz cumplimiento.
Después de haber planeado y orado y de haber orado y planeado, y seguir haciéndolo en uno y en otro orden todo el tiempo, hay que poner manos a la acción, y la acción debe ser constante, ya que el éxito se cocina a fuego lento y constante y no con la llamarada de un momento o el calorcito de a ratos. Y mientras se trabaja en poner por obra lo que se ha planeado y por lo que se ha orado, hay que revisar lo que se ha hecho y tomar los correctivos necesarios. Así es que año nuevo y vida nueva porque Dios nos concede en su favor y misericordia construir, cada día, con su ayuda, esa una nueva vida que él desea para nosotros.
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Tomado de:
«Devocionales en Pijama”
de Donizetti Barrios
Derechos reservados de autor.