(Juan 3:16; Juan 17:15; Santiago 4:4; 1 Corintios 10:12)
– Abuelito, la verdad es que me confundo con esto del cristiano y el mundo. Unos dicen que no debemos estar en el mundo y otros que sí, porque somos testigos de Dios en él. La Biblia dice que no debemos amarlo, pero también menciona que Dios amó al mundo y dio su vida por él. ¡Qué enredo! Abuelito, dime tú, ¿qué entiendes?
– Nietecita, voy a tratar de ser muy breve y didáctico, así aclararás estos conceptos de la manera más sencilla posible. Cuando la Biblia dice que Dios amó al mundo se está refiriendo a su gran amor por el ser humano, a quien ama profundamente, aunque aborrece el pecado de ese ser humano. Y cuando la escritura dice que no amemos al mundo no se refiere a las personas, sino al sistema de vida que ha desechado a Dios. El mandato de Cristo es amar al prójimo, sin necesidad de amar las obras perversas del prójimo. Y aunque los cristianos no pertenecemos al mundo sino que pertenecemos al Reino de Dios, sí tenemos que permanecer en el mundo. Y debemos estar en él como dos elementos, como la sal y como la luz. Como la sal porque evita la corrupción de ese mundo. Y como la luz porque alumbra las tinieblas de ese mundo.
Aprendamos la lección del barco, que fue hecho para estar en el mar, no en el muelle, pero cuidándose de estar sobre el mar, y no que el mar esté dentro de él, porque si no se hunde. El cristiano sí debe estar en el mundo, pero jamás permitir que el mundo esté en él, dentro de su corazón. Por eso Cristo le pidió al Padre que no nos quitara del mundo, sino que nos guardara del mundo.
A Jesús lo criticaron los religiosos de su tiempo por andar con publicanos y pecadores, pero Él no andaba participando de sus fechorías, sino llevándoles la luz a su oscuridad y salvando sus almas. Y quienes lo criticaban y se guardaban de no andar con tales personas, no tenían la pureza espiritual de Jesús que sí andaba con ellas. Esos eran sólo unos fanáticos religiosos que se ufanaban de su apariencia de santidad.
Nietecita, el peligro que debes evitar siempre al estar en el mundo es contaminarte con el mundo, por eso, si quieres estar firme, mira que no caigas, cuídate. Si ves que puedes darle la mano a una persona en un foso y sacarla, hazlo. Pero si ves que la persona es muy pesada y te va a arrastrar a ese foso, ve por ayuda.
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Tomado de:
«Devocionales en Pijama”
de Donizetti Barrios
Derechos reservados de autor.